Crónica Ciudadana

Abigeato: el delito rural que amenaza la seguridad alimentaria y la salud pública

Delito conlleva graves consecuencias tanto para los propietarios como para la sociedad en general. Éstas abarcan aspectos económicos, sociales y legales, generando un impacto negativo en la seguridad alimentaria y la estabilidad de las comunidades rurales.

El abigeato es un delito que se registra, principalmente, en zonas rurales., La Tribuna
El abigeato es un delito que se registra, principalmente, en zonas rurales. / FUENTE: La Tribuna

El abigeato consiste principalmente en el robo o hurto de ganado doméstico y se considera un delito ya que atenta contra la propiedad de los dueños del ganado, cuyos animales se encuentran generalmente a campo abierto y desprotegidos.

Tras trozo de carne que se ofrece en ferias y carnicerías, existe una red de fiscalización que busca garantizar la trazabilidad de los animales y prevenir riesgos sanitarios. En este escenario, el cumplimiento del uso de guías de traslado y del chip de identificación en bovinos por parte del Servicio Agrícola y Ganadero (SAG), sumado a las inspecciones de la Seremi de Salud, resultan claves no solo para combatir el abigeato —delito que afecta a agricultores y comunidades rurales—, sino también para proteger a la población de enfermedades graves asociadas al consumo de carnes en mal estado.

Desde el SAG relataron que verifican el uso del Formulario de Movimiento Animal en ferias de ganaderos y mataderos, además del documento obligatorio para el traslado de bovinos, equinos, ovinos, caprinos, porcinos y otras especies desde un establecimiento a otro, medida establecida en la Ley 20.596 que mejora la fiscalización para la prevención del delito de abigeato, como también el uso del Dispositivo de Identificación Individual Oficial (DIIO) en el caso de los bovinos.

El abigeato conlleva graves consecuencias tanto para los propietarios como para la sociedad en general. Éstas abarcan aspectos económicos, sociales y legales, generando un impacto negativo en la seguridad alimentaria y la estabilidad de las comunidades rurales.

Una de estas consecuencias dice relación con los riesgos para la salud pública, ya que el ganado robado puede no haber sido sometido a controles sanitarios, lo que puede poner en riesgo la salud de los consumidores si la carne llega al mercado.

Por lo mismo, el trabajo de las instituciones públicas en esta materia es esencial para prevenir problemas de salud asociados al consumo de carnes sin la debida certificación; en este contexto, la labor de la Seremi de Salud es fundamental.

Al respecto, dentro de los aspectos asociados a fiscalizaciones por parte de la Autoridad Sanitaria, el coordinador regional de la Unidad Seguridad Alimentaria de la Seremi de Salud del Biobío, Lino Alarcón, destacó la verificación de autorización sanitaria de establecimientos y la procedencia de carnes y subproductos y la fiscalización a fábricas de cecinas, verificando condiciones de elaboración, origen de materias primas y sistema de Buenas Prácticas de Manufactura y el control de medios de transporte de productos cárnicos y alimentos, verificando que cuenten con autorización, higiene y sistema autónomo que asegure cadena de frío.

¿CÓMO SABER SI LA CARNE ESTÁ EN BUEN ESTADO?

Las características organolépticas de la carne se refieren a las propiedades que se pueden percibir a través de los sentidos, como el color, olor, textura y sabor, las que permiten evaluar su calidad y vigencia.

Respecto al color, la carne debe presentar un color rojo uniforme, aunque puede variar según la especie de animal, grasa intramuscular, método de procesamiento, etc.

Respecto al olor, la carne fresca emana un ligero olor, por lo que cualquier emanación que resulte fuerte al olfato puede indicar que no está fresca.

Respecto a la textura, una carne de buena calidad debe ser firme, pero no dura y no debe presentar aspecto gelatinoso.

Respecto al sabor, está influenciado por la alimentación del animal y el proceso de maduración. La presencia de grasa intramuscular, el veteado, contribuye a la riqueza del sabor.

Ahora, "comer carne en mal estado puede provocar diversas enfermedades por el aumento de la proliferación bacteriana. La mayoría de las intoxicaciones por carne son causadas por bacterias, como la Salmonella, Escherichia coli y Listeria. Enfermedades como el síndrome hemolítico urémico (SHU) y triquinosis son patologías que se pueden producir por consumir carne no bien cocida".

 Profesional de Vigilancia Epidemiológica de la Seremi de Salud del Biobío, Andrea Silva.

Asimismo, relató que los cuadros asociados al consumo de carne en mal estado pueden ser desde leves a graves. "Los síntomas pueden variar, pero comúnmente incluyen diarrea, vómitos, calambres abdominales, fiebre y dolor de cabeza; en casos graves puede existir deshidratación, problemas renales, daño al sistema nervioso y complicaciones más graves", añadió la profesional de la Autoridad Sanitaria.

Por lo mismo, dónde comprar carne no da lo mismo. "Un animal faenado en una instalación autorizada es inspeccionado por el Servicio Agrícola y Ganadero, en donde existe un médico veterinario oficial que acredita que se encuentre en condiciones para su consumo humano; por tanto, hay varias enfermedades y afecciones que se pudieran ver en estas instalaciones, las cuales son decomisadas en presencia de ello", explicó Lino Alarcón.

En una faena clandestina, añadió, no existe esa inspección y las enfermedades que pudiera tener el animal podrían ser trasmitidas al consumidor.




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