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La Tribuna

Copiapó despidió a "Nanito" con emoción y cariño para emprender su rumbo a Nacimiento

por Jeremy Valenzuela Quiroz

Alejandro Villagrán será sepultado durante la mañana de este viernes en el Cementerio Taboleo de Nacimiento.

Copiapó despidió a “Nanito” con emoción y cariño para emprender su rumbo a Nacimiento / Pamela Vasquez

Ramos de flores, globos y una pancarta con su rostro fueron los símbolos que acompañaron la emotiva despedida de Alejandro Villagrán Salinas —más conocido por todos como "Nanito"—, un personaje oriundo de Nacimiento pero que se ganó el cariño de sus vecinos en Copiapó, donde durante más de siete años formó parte activa de la vida comunitaria.

La ceremonia, sencilla pero llena de afecto, fue organizada por locatarios y vecinos del barrio que lo conocieron, lo acogieron y lo quisieron como uno más de la familia.

El homenaje se realizó dentro del "strip center" donde solía trabajar ayudando a limpiar autos, barriendo el frontis de los locales y compartiendo con quienes pasaban.

Desde temprano comenzaron a llegar flores, y se instalaron los objetos que simbolizaban su vida en el sector. Varios vecinos entregaron palabras, entre ellos un evangélico que destacó su humildad, cariño y respeto, recordando incluso momentos de oración y conversación con él.

Entre quienes más lo sintieron está don Jaime, dueño de la botillería El Fogón, quien compartió con Nanito durante años. 

"Fue una persona respetuosa, nunca tuvo dramas con nadie. Se hizo querer, era un personaje del barrio. Todos lo conocíamos. Yo le ayudaba con lo que podía, a veces le pasaba ropa, comida, un poco de plata... Él me decía ‘mi papi Jaime’. Teníamos un lazo bien especial", contó emocionado.

Don Jaime también fue quien, con esfuerzo y empatía, logró contactar a la familia de Nanito en Nacimiento, su ciudad natal.

"Me preocupé por saber de dónde venía, le pregunté por su mamá, su nombre completo... Me contacté con la hermana y durante un tiempo le mandaba fotos para que supiera que estaba bien", relató.

 Varios recordaron cómo Nanito ayudaba a los niños a volar volantines, hacía bromas, y repetía con orgullo: "Soy de Nacimiento". Pese a su situación de vulnerabilidad, su presencia fue constante y significativa para quienes lo rodeaban.

"Estuvo con nosotros durante siete, ocho años. Todos los días. Se vuelve parte de la vida de uno. Mi papá incluso lloró el día de la despedida, porque lo veía a diario. Le teníamos cariño de verdad", comentó una vecina.

Otro locatario recordó que se le ofrecieron trabajos formales, pero él prefería seguir viviendo en la calle, donde se sentía libre. "Era difícil sacarlo de ahí, pero igual todos tratamos de ayudarlo", afirmó.

En un principio se pensó en enterrarlo en Copiapó, ya que la familia no estaba segura de poder costear el traslado. Sin embargo, gracias a una colecta organizada por los propios vecinos y locatarios —que incluso recibió aportes desde otras comunas—, finalmente pudieron enviarlo de regreso a Nacimiento.

Su madre y hermanos, que no lo veían desde hace más de una década, lograron así cumplir el deseo de tenerlo cerca para darle sepultura junto a su padre, quien también había fallecido recientemente.

"El final fue triste, pero también esperanzador. Al menos ahora está con su familia, y ellos podrán visitarlo. Y nosotros quedamos con el consuelo de haberle dado dignidad, compañía y afecto mientras estuvo con nosotros", concluyó don Jaime, con la voz entrecortada.

En medio de una ciudad que muchas veces invisibiliza a quienes viven en la calle, la historia de Nanito revela lo contrario: que la humanidad sigue viva en las pequeñas comunidades, y que incluso en los márgenes se pueden tejer lazos de cariño y solidaridad verdaderos.

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