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En un emotivo acto de rescate patrimonial y cultural, más de cincuenta alumnos y alumnas de las escuelas Pedro Ruiz Aldea, Aguada de Cuel y Blanco Encalada, de la ciudad de Los Ángeles, participaron activamente en la celebración de la tradicional Cruz de Mayo, una festividad religiosa y folclórica profundamente arraigada en la identidad del sur de Chile.
La actividad busca mantener viva una tradición que durante décadas ha formado parte del imaginario colectivo y la espiritualidad popular.
El director de la Escuela Pedro Ruiz Aldea, Fabián Marín, conversó con diario La Tribuna para explicar el origen y el propósito de esta significativa celebración.
La actividad, organizada desde el taller de folclor de la escuela Pedro Ruiz Aldea, fue preparada durante varias semanas y, este año, no solo se sumaron más estudiantes, sino que también profesores y apoderados de otros establecimientos educacionales, lo que permitió ampliar el impacto de la iniciativa.
"Mientras el año pasado participaron cerca de 25 niños, este año ya superamos los cincuenta. Se sumaron además entre quince y veinte apoderados, junto con varios docentes que acompañaron el recorrido", relató Marín.
"Esto no solo demuestra el interés de la comunidad educativa en preservar nuestras raíces, sino que también es una muestra del compromiso interinstitucional que queremos fortalecer año a año", añadió el director de la escuela Pedro Ruiz Aldea.
La Cruz de Mayo es una festividad religiosa y cultural que se celebra tradicionalmente el 2 de mayo, conmemorando la pasión y redención de Cristo.
Su origen se remonta a tiempos coloniales y está profundamente vinculada al cristianismo popular latinoamericano. En Chile, esta manifestación adquiere una impronta comunitaria, donde la cruz decorada con flores y cintas es llevada por niños y jóvenes que cantan versos religiosos y piden bendiciones para los hogares e instituciones que visitan.
"La idea es salir con la cruz, los trajes típicos, los cantos y las oraciones para recordar que esta es una celebración viva, y que sigue teniendo sentido en nuestra sociedad actual", señaló el director.
"Muchos de quienes nos escuchan vivieron esta tradición en su niñez, y es emocionante ver cómo se emocionan al verla nuevamente en nuestras calles", añadió Marón.
Este año, el recorrido comenzó en la escuela Pedro Ruiz Aldea, desde donde partieron con dirección a la Municipalidad de Los Ángeles, donde fueron recibidos por el alcalde José Pérez.
Posteriormente, los estudiantes visitaron la Primera Comisaría de Carabineros, donde también fueron acogidos con entusiasmo.
"La gente se sorprende y se emociona. Algunos incluso nos tocan la bocina cuando ven pasar la cruz y a los niños vestidos de huasos y huasas. Eso nos llena de orgullo porque quiere decir que esta tradición sigue viva en el corazón de las personas", relató emocionado Marín.
El itinerario contemplaba también la idea de visitar otros lugares de la ciudad como la Vega Techada y el Departamento de Administración de Educación Municipal (DAEM).
Esta actividad no solo representa una instancia folclórica o religiosa, sino que también un ejercicio pedagógico que conecta a los estudiantes con su historia, su comunidad y su identidad.
"Lo que hacemos aquí es educación patrimonial. Es enseñar desde la experiencia, desde el cuerpo, desde el canto y la emoción. Es transmitir valores que no están en los libros, pero que son esenciales para formar ciudadanos conscientes y respetuosos de su cultura", afirmó el director.
Desde su rol como educadores, tanto Marín como su equipo docente han buscado integrar el folclor y las tradiciones dentro del currículum formativo.
"No se trata solo de una actividad extracurricular, sino de una apuesta educativa más amplia que busca valorar nuestras raíces. Como director, estoy convencido de que debemos abrazar este tipo de oportunidades con entusiasmo", finalizó el docente.
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