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Aunque la noche transcurrió sin complicaciones y el pontífice logró descansar, su cuadro clínico sigue siendo complejo y de pronóstico reservado.
En su undécimo día de hospitalización, la más larga desde su elección en 2013, el papa sigue recibiendo oxígeno a alto flujo por vía nasal.
Aunque no ha presentado nuevas crisis respiratorias desde el sábado por la noche, los médicos destacan que la evolución de su estado de salud requiere paciencia, ya que las terapias farmacológicas necesitan tiempo para mostrar resultados.
El último boletín médico detalla que el pontífice ha recibido transfusiones sanguíneas, lo que ha permitido que su tasa de hemoglobina aumente y que su trombocitopenia (disminución de plaquetas en sangre) se mantenga estable. Sin embargo, los exámenes de sangre han revelado una insuficiencia renal inicial, leve, que actualmente está bajo control médico.
El papa Francisco, el primer pontífice jesuita y de origen argentino, ha enfrentado varios desafíos de salud en los últimos años, pero esta hospitalización marca un momento particularmente crítico. La comunidad católica mundial sigue de cerca su evolución, mientras se elevan oraciones por su pronta recuperación.
El Vaticano ha asegurado que continuará informando sobre cualquier novedad en el estado de salud del papa, manteniendo a fieles y medios al tanto de su situación.
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