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La Tribuna

Club de Huasos Campo Alegre invitó alumnos de la Escuela Especial Sol de Los Ángeles a día de actividades

por Pía Oliva Moscoso

Estudiantes de la Escuela Especial Sol de Los Ángeles tuvieron un nutrido día de paseo con el Club de Huasos Campo Alegre, lo que derivó en una hermosa historia de superación y crecimiento personal.

Rayén en su paseo a caballo / Cedida

Hace alrededor de cinco años que el Club de Huasos Campo Alegre apadrinó a la Escuela Sol para realizar paseos y visitas pedagógicas de fin de año, con la finalidad de dar la oportunidad a niños, niñas y jóvenes con diversas condiciones de desarrollo, la oportunidad de un rato de esparcimiento en el campo.

De esta forma, entre varias actividades que se tenían planeadas para la jornada de recreación, la cabalgata fue una de las más importantes y atractivas para los asistentes, ya que se les permite familiarizarse y entrar en contacto con los caballos que son parte del club de huasos.

La jefa de la Unidad Técnico Pedagógica UTP de la Escuela Básica Especial Sol de Los Ángeles, Pamela Rebolledo, expresó sobre esta instancia que "antes de pandemia alcanzamos a ir aproximadamente tres años, durante la pandemia claramente no fuimos, y el año pasado retomamos las actividades. Uno de los objetivos que nos plantearon en el club, era que los niños interactuaran con los caballos directamente".

En cuanto a lo que esta visita significó para los estudiantes, afirmó que "la visión que nosotros tenemos, recordando que nosotros trabajamos con alumnos prioritarios y donde la mayoría de ellos son de muy escasos recursos, por lo que no tienen instancias para disfrutar de este tipo de actividades, entonces claro, ellos las disfrutan al máximo y se preparan antes de ir".

La docente en ese sentido, señaló que al tener diferentes discapacidades en la escuela, hay niños que si se pueden movilizar por sí mismos y otros que tienen que ser movilizados por terceras personas. Así como también hay alumnos que tienen dificultades verbales, y otros que se comunican con gestos o señas, "por lo hay diferentes tipos de comunicación, por lo que también comunican sus sentimientos de diferentes formas. Y nosotros vimos una alegría inmensa de ellos, porque yo creo que una actividad de un día entero, ellos la vivieron como si fuera una hora".

LA HISTORIA DE RAYÉN

Una de las estudiantes que fue a este paseo y que vivió finalmente una experiencia única que cambió su forma de ver a su entorno, fue Rayén de 22 años, que desde muy pequeña le ha tenido fobia a los caballos, y que durante este paseo al fin pudo hacer las paces con sus miedos y subirse a uno de ellos.

Todo este logro fue recibido con inmensa alegría de parte de toda la comunidad que se reunió en el lugar, docentes, los miembros del club de huasos, sus compañeros, y por supuesto su mamá que la acompañó durante este proceso.

Gisela Gatica, la madre de Rayén, contó a diario La Tribuna esta experiencia señalando que su hija "dentro de toda su condición de discapacidad, tiene una discapacidad de hipersensibilidad cutánea, lo que quiere decir que hay cosas que le gustan y que a veces en el mismo momento o después la pueden afectar o asustar, y eso es lo que le pasaba a ella con los caballos".

Relató que esto derivó en una fobia a los caballos desde que era muy pequeña, y que las veces anteriores que había asistido a estos paseos nunca pudo lograr mantener un acercamiento a esta especie por lo mismo. Situación que debido a varios factores esta vez la ayudaron a vencer ese miedo.

Como contó su madre, esto podría haber sido "entre ver a sus compañeros, y sobre todo la empatía que tenía el joven (que daba el paseo), porque él fue muy amable, pasivo y cordial. Muchas cosas buenas que ella vio en él, porque los niños cuando tienen estas capacidades diferentes, ellos como que logran ver cosas que a simple vista no son visibles, y yo creo que a ella le dio mucha confianza el joven".

De esta forma, ella logró en esta oportunidad no solo montar al caballo, sino que pasear junto a él y al joven del Club de Huasos, David Benavides, a quien la familia incluso le envió una carta de agradecimiento como muestra de reconocimiento y gratitud a su buena disposición y amabilidad con Rayén.

"Fue una situación muy hermosa, muy llenadora para uno como mamá, muy gratificante y para ella algo hermoso, porque ya han pasado días y ella todavía está muy emocionada y muy feliz con haber podido montar y logrado estar cerca de los caballos", comentó Gisela.

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