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La Tribuna

Etiqueta de eficiencia energética para consumidores

por Carolina Bassa

El contar con productos que sean eficientes en cuanto a su energía, no sólo iría en ayuda del medio ambiente, sino que también significaría un ahorro para el hogar del consumidor.

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Con el claro objetivo de que la gente se incline por electrodomésticos que ahorren más y sean más sostenibles, es que existe la etiqueta de eficiencia energética, la que busca entregar la información necesaria para que el consumidor adquiera un producto amigable y eficiente.

La etiqueta energética tiene dos partes fundamentales, en el lado izquierdo encontramos la matriz, que contiene las categorías energéticas, unidades y conceptos con la información correspondiente de cada uno de ellos. En tanto, al lado derecho, se pueden apreciar los datos específicos del electrodoméstico.

A través de la escala o de las categorías, se puede ver la información sobre el grado de eficiencia energética que tiene el producto que se está adquiriendo, en comparación con otros aparatos similares. La mencionada escala utiliza un código de colores y letras, cuya gama va desde el color verde y la letra A, para los equipos más eficientes, hasta el rojo y la letra G, para aquellos que sean menos eficientes.

En el caso de las etiquetas en iluminación, se debe apreciar qué clase de eficiencia energética tiene, y es por ende que la etiqueta y sus campos corresponden a: Clase energética a la que pertenece la lámpara, flujo luminoso medido en lúmenes (cantidad de luz que aporta), potencia absorbida (medida en Watts), ciclo de vida medio nominal (cantidad de tiempo que funcionará, la cual se mide en horas). Además se ve cuales son los tipos de ampolletas etiquetadas, tales como, incandescentes, son las más sencillas y baratas, pero que tienen un mayor consumo eléctrico, además de la energía que consume sólo el 5% se aprovecha en radiación luminosa, mientras que el 95% genera calor. La clase de eficiencia es baja.

También existen las de bajo consumo, que se caracterizan por ser pequeños tubos fluorescentes, con un consumo energético reducido y rentable, ya que a igual cantidad de luz, consumen la quinta parte de energía que las ampolletas incandescentes. Son más caras que las convencionales, pero la inversión se paga en duración y su clase de eficiencia, puesto que están en las más altas.

En tanto el etiquetado de los refrigeradores, además de contar con las clases de eficiencia en letras A –G, se suman otras dos, la A+ y A++. Estas tienen que ver con una eficiencia energética aún mayor, lo que se ha dado debido a las mejoras técnicas de los últimos años en la fabricación de éstos aparatos, y es por ello que la escala de clases de los refrigeradores y congeladores es de 9 escalones.

Cabe destacar que las etiquetas de eficiencia energética fueron implementadas, primero, en Europa eso a principios de los años 90, con el objetivo de poder informar a los consumidores acerca del consumo energético de los aparatos domésticos de línea blanca.

En el país la medida se vio puesta en marcha en el año 2005, eso en marco del programa País de Eficiencia Energética, a través del sistema nacional de certificación de la temática. Actualmente, dichas etiquetas son obligatorias para ciertos aparatos domésticos electrónicos, como congeladores, refrigeradores, microondas, televisores y decodificadores,  también para las fuentes de luz artificial doméstica, como las ampolletas.

REVISTA AGROFORESTAL

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