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La Tribuna

MAD MAX: FURY ROAD(2015)

por Pia Salcedo

Calificación: Regular 2 estrellas
Crítica de Cine
Por: Leonardo A. Ramiro Reyes

18.2 /

Luego de treinta largos años de espera vuelve la franquicia Mad Max de la mano de su creador, el veterano director australiano George Miller (ganador del Oscar a mejor película de animación por Happy Feet, 2006) quien nos sumerge nuevamente en el desolador futuro post-apocalíptico de bandas criminales neo-punkis perseguidoras de gasolina, y comunidades de humanos guiados por dementes líderes mesiánicos, tal cual analogía wester de la lucha entre indios y vaqueros. Miller nos llena del viejo mundo iconográfico de Mad Max, del cual sólo fieles seguidores podrán apreciar: los clásicos prolapsos oculares tan característicos de la primera entrega, el letal vehículo road interceptor, los monstruosos y amorfos gobernantes del desierto y toda serie de alimañas mecánicas que sólo la retorcida mente de Miller puede crear.

Pero Mad Max: Fury road, no es precisamente la historia del legendario Max Rockatansky, interpretado esta vez por Tom Hardy (Batman The Dark Knight Rises, 2012), sino la de su compañera: Imperator Furiosa, tal como lo dice el título de esta cuarta entrega “Fury road, o sea, Furia -furiosa- en la carretera”. La historia trata del viaje de redención de furiosa, interpretada por Charlize Theron (Monster, 2003) por retornar al bien, volviendo a su hogar de origen, llevando consigo a las cinco esposas del opresor del hiper-mundo, el tirano Immortan Joe, interpretado por el mismísimo Hugh Keays-Byrne (Toecutter en Mad Max I, 1979). Juntos emprenderán una demencial persecución a través del desierto transformado en un abrazador tornado de relámpagos, truenos y sangre, adornado por paramos devastados de arena y sal en un cuadro tan horroroso como inhumano, donde sólo el más fuerte sobrevive.

Es preciso mencionar que no se trata de un remake de Mad Max II The road warrior, 1981, como en un principio fuera anunciado, sino de una historia completamente nueva y readecuada al contexto cinematográfico actual, tal como sucediera con la franquicia de James Bond, donde el héroe no envejece, sino que siempre se mantiene vital y joven, por lo que en esta nueva era de Mad Max habrá Max Rockatansky para rato. Sin embargo, esta nueva entrega carece del realismo y densidad argumentativa de la mítica trilogía; no obstante, rebosa de acción y es electrizante de principio a fin, permitiéndole al espectador gozarla en un respiro, no dando espacio a pausas de ningún tipo, pero cayendo una vez más en todo tipo de exageraciones a la hora de usar efectos digitales de animación, desplazando a ratos a los actores y al contexto mismo, asimilándolo más bien a un juego de video hiperrealista que los nostálgicos de la trilogía no perdonaran a la hora de evaluar la película.

Destacan la rapidez de contexto, el cual es lineal con evoque de imágenes distorsionadas, y la estética cultural representada en simbología y léxico particular que da origen a las diferenciaciones entre bandas y personajes, todos excelentemente bien trabajados a nivel estético. También cobra importancia la temporización social presente en la película, ya que el mítico guerrero del camino es remplazado por su versión femenina furiosa, quien nos sorprende con su habilidad para luchar y liderar, haciendo de la supervivencia en batalla un designio para futuras entregas y, sobre todo, marcando el comienzo de la súper era de Furiosa, la nueva guerrera de la carretera. 

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