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La Tribuna

Realidad penitenciaria: un día en la cárcel de Mulchén

por Marcela Vidal

La Tribuna FinDe tuvo la oportunidad en exclusiva de recorrer este recinto que actualmente mantiene a 170 reclusos de la provincia desde 1962.

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Cerca de las nueve de la mañana, en un soleado día, La Tribuna FinDe emprende un camino diferente, con muchas dudas y con ganas de conocer una realidad que muchos temen, aquella de vivir el día a día tras las rejas de la cárcel de Mulchén.

Cerca de 10 grados bordean un soleado día de agosto en la provincia del Biobío, sin embargo, al ingresar a los altos muros de este recinto ubicado en la Calle Villagra número 98, de la comuna bureana, todo cambia considerablemente.

La recepción con seriedad expresa que todo esto es un mundo diferente, su ingreso es guiado y, con ello, a simple vista se puede observar seguridad y rigurosidad, poco acostumbrada para la vida de cualquier persona. Detectores de metales, candados en las puertas y seguridad en casa paso cambian la percepción a un mundo que trata de ser agradable, cargado por la sensación lúgubre del encierro forzado.

El trayecto es guiado por el alcaide de este recinto, capitán Rodrigo Toro Ayala, quien con 17 años de servicio en Gendarmería y dos como alcaide de este espacio, nos invita a recorrer los recovecos más íntimos de este centro que opera desde 1962 en esta comuna.

En este lugar actualmente residen 170 reclusos, quienes cumplen condenas por diferentes delitos que es considerados de mediana complejidad, sin embargo con cada paso hacia los pasillos de concreto que dejan a tras la luz del sol, es inevitable, querer conocer un poco de la vida de sus trabajadores, quienes deben enfrentan esta realidad en un ambiente cargado de historias trágicas y sucesos que muchos de sus habitantes quisieran no haber cometido y donde existe cierto grado de arrepentimiento.

“El trabajo de Gendarmería es complicado y afortunadamente muchas personas de las que trabajan acá son, en su mayoría, profesionales, lo que nos ayuda a ver estas funciones desde otro punto de vista, especialmente lo relacionado con la reinserción”, puntualiza el profesional, quien conoce en profundidad el compromiso de trabajar durante todo el año con hombres que están dispuestos a cambiar y otros que simplemente viven el día a día sin intenciones de cambiar las dimensiones que lo llevar a enfrentar este camino.

Según agregó a su testimonio -a medida que da los pasos en este lugar con aires de laberinto, lleno de siluetas que miran atentos cada paso- gendarmería cumple una labor permanente que crece considerablemente en festividades, cuando se presenta más trabajo por el aumento del delito en la provincia. “Este es un trabajo sacrificado. Es gratificante, pero, en el ámbito familiar no deja de tener un peso extra”, relata la máxima autoridad de este espacio, mientras invita a conocer el primer sector, el área de visitas.

En este lugar, entre risas, un grupo de hombre entona con vergüenza y temor una serie de tonadas algo folclóricas. No tienen miedo, pero miran atentos cada acto fuera de lo común, algunos son indiferentes, mientras otros con valentía amenazante siguen realizando una rutina.

VIVIR Y RELATAR UNA HISTORIA 

La vida diaria, según se pudo evidenciar en este espacio, no es algo que quede exento de labores, puesto que en el afán de la reinserción para estos hombres se realizan diversos talleres que aportan a una vida mejor, donde inclusive pueden entregar un aporte monetario a sus cercanos.

Algunas de las actividades que estas personas privadas de libertad pueden realizar son folclore, trabajos textiles, artesanía en madera, otros pueden realizar su educación media y otras iniciativas.

A pocos pasos, en el taller textil, una sala donde se presentan máquinas de coser y otros implementos de bordado, alrededor de siete hombres presentan su trabajo con orgullo, puesto que acá se realizan en diversas jornadas poleras, bolsas ecológicas y otras funciones, que presentan con orgullo para dar a conocer al exterior.

“Estos trabajos los reclusos los realizan con el apoyo de la institución, quien dispone maquinaria y enseña las técnicas adecuadas para generar este trabajo”, agrega el capitán de este lugar.

Entre ellos, con temor se acerca un joven de tan sólo 25 años de edad, quien cumple una condena de 10 años por homicidio calificado, el que se llevó a cabo en una fiesta tras una confusa pelea, su nombre de pila es Antonio.

Con timidez y algo de risa, en una pequeña oficina comienza su relato con emoción, trata de explicar los motivos que lo llevaron a estar en este lugar con vergüenza.

“Una mala jugada del destino me trajo acá. Yo maté a un hombre en una pelea y eso fue un accidente que sucedió cuando yo quería defender a mi pareja en una fiesta. Recién llevo dos años acá… Todo comenzó cuando estábamos en una actividad familiar, cerca de las 4.30 de la madrugada, llegaron dos amigos de un primo. Mi señora estaba sentada cuando yo bailaba con mi mamá y pude ver que la molestaban, quería bailar con ella, eso me molestó”, confiesa.

Fue luego de esto que, en una violenta pelea, Antonio relató que le quito un cuchillo a su contrincante, el que en un violento movimiento forcejeo, lo enterró en su estómago, terminado este hombre fallecido.

“Recién llevo dos años acá, no puedo pensar en lo que hará a futuro, aun me quedan ocho años y quiero hacer varias cosas. Empecé a estudiar, porque yo era medio loco. Así que voy a aprovechar las oportunidades que me dan acá, porque tengo el apoyo de mi familia y me espera un hijo”, afirmó.

LABORES DIARIAS

La vida en este lugar, según explicaron sus funcionarios, comienza cerca de las 8.30 de la mañana, cuando son retirados de sus celdas para comenzar con sus actividades diarias, acá comienzan sus labores de clases o funciones que queden pendientes.

“Los reclusos pasan todos los días en actividades, estas son facilidades que le otorga el recinto y son iniciativas que pueden contribuir a su paso por este recinto, por lo mismo, considero que las oportunidades están, todo depende de ellos”, agregó el capitán, continuando su paso hasta otro sector.

Otro grupo de internos que vive su vida de paso diferente son los llamados mozos, estos destinan su tiempo a dedicarse a la cocina de este recinto y deben preocuparse a diario de crear la importante cantidad de raciones que alimenten a sus reclusos y con ello a sus funcionarios.

A este lugar, y según pudo observar La Tribuna, llegan todos los alimentos basados en carnes, verduras, frutas y congelados que son utilizados para las comidas necesarias para todos sus habitantes.

“A este lugar llegan todos los alimentos que son administrado por un funcionario y los preparan las personas encargadas de la cocina llamados mozos, ellos se mantienen en celda apartadas, ya que tienen otros horarios y otras actividades que realizar”, explica el profesional mientras se recorre la zona de dormitorios.

En este paso se puede observar todas las celdas cerradas, donde se aprecian tres camarotes por lugar, donde las camas de esta zona ya se mantienen hechas y vacías que para los internos es a las 17.30 horas.

Al observar un lugar y las consultas realizadas sobre la comunidad carcelaria, el profesional manifestó que este lugar tiene una capacidad de 112 personas y actualmente se mantiene un total de 170, los que son removidos desde diferentes lugares de la provincia.

“Constantemente estamos solicitando el traslado de internos según esto vaya creciendo en especial los que no reúnen las condiciones de ser refractarios al sistema y se niegan a ser integrados y este es un problema a nivel nacional donde constantemente se están moviendo internos, sin embargo, este lugar está habilitado para la capacidad y sus necesidades”, agregó el profesional.

MODELO PENITENCIARIO PARA MEJORAR LA CALIDAD DE VIDA

Sobre los proyectos de vida para llevar a cabo en este lugar, Mercedes Figueroa, encargada técnica de este recinto penitenciario, explicó que “el modelo penitenciario que se trabaja desde 2010 –post terremoto- considera la integración de una demanda absorbida desde Mulchén, Yumbel y Los Ángeles y se han ido brindando todos estos proyectos pensando en la reinserción y en un cambio de calidad de vida”.

Todo esto, según agrega esta profesional, se basa en un cambio de vida desde lo social a lo pro social, pensando en responder en las necesidad de la población penal y en mejores cambios en la calidad de vida.

Según datos aportados por estos profesionales, este recinto, el 60% de los reclusos provienen de la comuna de Los Ángeles, un 20 de Mulchén y otro 20% son hombres de diversos lugares que cumplen condena en este recinto.

Todo esto considerando la realidad de más de un centenar de hombres que desarrollan sus labores diarias tratando de llevar a cabo una vida un tanto normal, entre una serie de paredes que esconden tantas historias como realidades de un sistema que afecta a millones de personas.

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