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La Tribuna

Haitianos en Los Ángeles: La realidad tras el "sueño chileno"

por Juan Pablo Vergara

La mayoría registra escolaridad completa e incompleta, pero un importante número corresponden a personas con formación universitaria y técnica. Todos, sin distinción, optan a empleos no calificados.

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Acercarse e intentar entablar en la calle una comunicación con un haitiano no es tarea fácil. Primero, está la barrera del idioma, y segundo, la desconfianza natural que siente cualquier humano al ser abordado por alguien que no conoce, sentimiento que en el caso de estos inmigrantes debe ser mayor por tratarse de personas inmersas en una cultura muy distinta a la de su país.

Pese a estas dificultades, y tras varios recorridos por distintas calles céntricas de Los Ángeles, hubo ciudadanos procedentes de esta ex colonia francesa en el Caribe, que accedieron a entregar su testimonio en relación a la enseñanza alcanzada en su país y a la ocupación que han podido desarrollar en Chile, específicamente, en tierras angelinas.

ENFERMERA DESEMPLEADA

Evalna Alterat fue una de ellas. Para esta mujer, el poder comunicarse en español, en alguna medida, dejó de ser un obstáculo hace algún tiempo. Contó que ha ido aprendiendo el idioma apoyada por un traductor (aplicación) que descargó en su celular. También reveló que tiene 33 años y que en su país estudió enfermería en una universidad.

Acerca de su arribo a Chile dijo que llegó sola hace un año, motivada por la posibilidad de encontrar trabajo y con ello acceder a poder ayudar a su familia en Haití y avanzar hacia una mejor calidad de vida en lo personal.

“Cuando llegué a Chile pasé cuatro meses en Santiago sin trabajo y después llegué a Los Ángeles a trabajar cuidando niños y haciendo el aseo en diferentes hogares”, relató en un claro español, pero no exenta de dificultades al pronunciar. Mencionó también que como “niñera” o “nana” sólo ha accedido a ganar el sueldo minino en la capital de la provincia de Biobío, asegurando que en estos momentos se encuentra desempleada.

“El trabajo en casas es más complicado para mí. Quiero otro trabajo, pero no cuidar niños, en negocios, en almacenes puede ser”, agregó Evalna, quien no negó su deseo de poder llegar a desempeñarse como enfermera algún día en Chile, de donde no pretende irse por ahora, confesó.

UN “PROFESOR” SIN ESTUDIOS

Uno de los sectores céntricos de Los Ángeles que los haitianos han ido adoptando como su barrio es la cuadra situada en calle Bulnes, entre Lord Cochrane y Blanco Encalada. En ese punto de la ciudad un particular arrienda piezas a precios muy económicos. Allí se encuentra viviendo Jocelyn Sanon, de 30 años, quien accedió a contar su historia, con apoyo de un compatriota con el cual comparte residencia y quien posee un mejor dominio del idioma español.

Sobre su llegada al país expresó que los motivos no son muy distintos al del resto de haitianos que acá se encuentran: la necesidad de trabajar, para así ayudar desde Chile con dinero a sus seres queridos que dejó en Haití. En su caso, su madre y un hermano.

También contó que en su país trabajó como profesor con niños pequeños entre el 2008 y 2017, aunque reconoció que estudios para desempeñarse como tal no tiene. “Cuando estaba en la escuela, un profesor al ver que era inteligente y buen alumno me empezó a pasar clases para enseñar. Después me llevó a una escuela para trabajar”, conversó sin ayuda de su compatriota en el cual se apoyó para poder dialogar.

Actualmente, dijo, se encuentra trabajando en una oficina haciendo el aseo y ganando el sueldo mínimo, lo cual, reconoció, no lo tiene del todo conforme, aunque con antelación había manifestado que su llegada a Chile también se debía a que en Haití “lo que le estaban pagando no era suficiente y porque no había seguridad. Por eso vino para acá, para vivir más tranquilo”, tradujo su amigo.

Entre sus expectativas, confesó, está el poder viajar a su país en el corto plazo para visitar a su familia y regresar a Chile acompañado de su “polola”, pronunció perfectamente Jocelyn entre risas.

CARRERA DE CONTABILIDAD INCONCLUSA

Una de las instituciones que se dedica a instalar laboralmente a los inmigrantes que llegan a Los Ángeles es la Fundación Redin. A sus oficinas ubicadas en la esquina de Colo Colo con Arturo Prat no sólo llegan haitianos, aunque mayoritariamente son ciudadanos de esta nacionalidad los que se acercan a esta institución en busca de una oportunidad de trabajo.

Uno de ellos fue Fidyns Elisca, quien tuvo la fortuna de quedar trabajando ahí mismo como secretario, ayudado por la pastoral social Caritas Chile y por su formación como contador que obtuvo durante tres años en una universidad de su país, restándole un año para terminar la carrera, según contó.

Comentó que hace 11 meses llegó a Chile, motivado “porque mi país tiene un problema político - económico y porque hay mucho ladrón”, explicó en un aceptable español. “Vine a trabajar para después ir a la universidad”, agregó respecto de sus pretensiones futuras.

De su trabajo destacó el hecho de poder ayudar a sus connacionales a fotocopiar papeles y colaborarles como traductor. Asimismo, reveló que está en busca de otro trabajo en horario de tarde, que le permita complementar su labor en Redin, donde se desempeña sólo por las mañanas de 9 a 13 horas. Fidyns, al igual que sus otros compatriotas entrevistados, trabaja por el sueldo mínimo.

EL “ESPAÑOL” JUSTO PARA VENDER SÚPER 8

Por calle Almagro y en los alrededores del sector de la Vega a diario se aprecian a varios de estos ciudadanos caribeños vendiendo el popular “Súper 8”. Su manera de ofrecerlos evidencia la nacionalidad que tienen. Acercarse a conversar con ellos resulta complicado, porque, por lo general, se trata de haitianos que hablan muy poco español. Prácticamente, dominan sólo algunas palabras, las justas para ejercer el comercio en la calle.

En eso fue encontrado Wilson Saintice, a quien fue posible abordar tras la compra de dos barras de la tradicional galleta bañada en chocolate por 500 pesos. Pese a lo dificultoso de la comunicación accedió a escribir su nombre y su edad en una libreta.

Tras ello y a palabras con nada de gramática logró dar a entender que estaba hace ocho meses en Los Ángeles, sin carnet, y que en su país, antes de venirse, trabajaba con una moto, tal vez como repartidor de algún producto.

De todos modos, muy contento accedió a que lo fotografiaran ejerciendo su comercio callejero, el cual le permite sobrevivir por ahora en Los Ángeles.

RED PARA INMIGRANTES

La fundadora y presidenta de la Fundación Redin (www.redinmigrante.org) en Los Ángeles, Verena Kulenkampff, contó que disponen de una base de datos de aproximadamente 1600 inmigrantes que buscan trabajo en la zona, de los cuales cerca del 70 por ciento corresponden a personas provenientes de la nación vecina a República Dominicana.

“Nosotros nos adjudicamos en febrero un proyecto Corfo, mediante el cual buscamos asesorar a las empresas. Nos empezamos a dar cuenta que estaban ocurriendo muchos accidentes laborales, porque las personas no entendían las instrucciones. Entonces, lo que nosotros ofrecemos es el servicio de traducción e inducción para orientar al momento de firmar el contrato y los derechos a saber, que la persona no diga después que firmó y no sabía nada. Hay una institución detrás que apoya y certifica que hubo una traducción y que la persona quedó en conocimiento de cómo tenía que hacer las cosas”, dijo en relación al trabajo que desarrollan con los inmigrantes.

Respecto al nivel educacional que poseen los haitianos inscritos en la fundación comentó que mayoritariamente se trata de personas con escolaridad incompleta, “secundaria en general, y un 20 por ciento que tienen estudios universitarios o técnicos. También hay muchos con estudios técnicos universitarios incompletos”, detalló.

“Hasta el momento he conocido solamente a dos personas de nacionalidad haitiana que no tienen escolaridad, lo cual encuentro que es bajísimo”, agregó.

Consultada por las oportunidades de trabajo a las que optan estos inmigrantes, tanto profesionales como no profesionales, la presidenta de Redin explicó que todos, sin distinción, son insertados mayoritariamente en empleos no calificados.

“Para los trabajos calificados, por lo general, les piden que tengan validado el título en Chile y ellos se vienen sin su título validado. Yo asumo, en lo personal, que es por desconocimiento, no se les ocurre venir con todos sus títulos estampados en la embajada de Chile en Haití”, puntualizó, reconociendo que hay excepciones.

“Tenemos a cientistas políticos, de las ciencias económicas, mucho técnico en telecomunicaciones, hartos profesores, abogados haitianos también hemos inscrito en la Fundación, hay un médico, pero él trabaja como médico en el Cesfam Sur, hay una variedad bastante amplia de profesiones (…) la mayoría son instalados en trabajos no calificados” concluyó.

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