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La Tribuna

Para los Trump, Hecho en EU podría ser una etiqueta difícil de agregar

por Nicolas Irribarra Irribarra

Laura M. Holsom y Rachel Abrams / © 2017 New York Times News Service

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NUEVA YORK ? Recientemente en Saks Off Fifth, una blusa blanca de poliéster y spandex de IvankaTrump hecha en Indonesia estaba rebajada de 69 a 34.99 dólares. A pocos estantes de distancia, su saco negro y blanco llegó procedente de Vietnam, y a varias cuadras, en Macy’s, sus botines fabricados en China se vendían en más de 100 dólares.

En la Torre Trump en la Quinta Avenida, una gorra de algodón de 35 dólares bordada con la leyenda “TrumpNational Golf Club” mostraba que estaba hecha en Bangladesh. Una sudadera con capucha de la Torre Trump procedente de Pakistán costaba a los turistas 50 dólares.

Una mayoría de las prendas de ropa en estos días están hechas en cualquier parte excepto en Estados Unidos. Y en esta era de orgullo local y fervor nacionalista, eso se ha vuelto un lastre político. El conflicto es asombrosamente evidente en las marcas de ropa hechas y comercializadas por el presidente electo Donald Trump y su hija Ivanka.

Trump se ha lanzado contra las empresas que producen bienes en China y otros países como parias económicos, que crean en otras partes empleos que sería mejor que se quedaran en el país. Ha culpado al sistema, un conjunto de políticas en Estados Unidos que Trump reconoció usar en su propio beneficio. Y desde que fue elegido, ha seguido criticando a las fuerzas mundiales, amenazando con castigar a las empresas con altos aranceles si no mudan su producción a Estados Unidos.

Si Trump cumpliera esas promesas, apuntaría no solo a su propia marca, sino a la de su hija también.

Trump no soporta perder mucho. Aunque sus productos son manufacturados en gran medida en el extranjero, la mayoría de sus empresas minoristas han seguido el camino del vodka y los filetes Trump.

La compañía de IvankaTrump, en comparación, es el tipo de operación a la que Trump apunta directamente. Sus zapatos y vestidos en gran parte se venden al menudeo en menos de 150 dólares. Los abrigos cuestan hasta 400 dólares.

En esos precios se toma en cuenta el costo de los materiales y la producción, así como el transporte, los aranceles, la mercadotecnia y la publicidad. La producción barata en el exterior significa más monedas en las arcas de IvankaTrump y los fabricantes de zapatos, accesorios y ropa que son sus socios, entre ellos el calzado Marc Fisher, el G-III ApparelGroup y Mondani. (La compañía de IvankaTrump, que es privada, no revela su información financiera.)

Casi todos sus productos están hechos en el extranjero, según una revisión que hizo The New York Times de datos de embarques recopilados separadamente por Panjiva e ImportGenius, dos bases de datos comerciales. ImportGenius contó 193 embarques de productos importados asociados con IvankaTrump durante el año que concluyó el 5 de diciembre, en su mayoría zapatos y bolsos hechos en China. Sus vestidos y blusas son hechos en China, Indonesia y Vietnam, según una revisión de cientos de etiquetas de prendas y documentos financieros presentados por G-III.

Es la dura realidad de la industria de la ropa.

En las ventas al menudeo, donde los márgenes son pequeños, los manufactureros extranjeros son vitales para las utilidades. La mayoría de la ropa que los estadounidenses compran en Wal-Mart, Macy’s y Target está producida en el extranjero, incluidos 97 por ciento de las prendas de vestir y 98 por ciento de los zapatos, según la Asociación Americana de Ropa y Calzado.

Es parte de una larga historia de fabricantes de ropa estadounidense que buscan mano de obra barata. Se mudaron a China en los años 80, luego a otras partes de Asia.

Incluso entonces, una estrategia de fabricación en el extranjero no predice la supervivencia, como demuestra la experiencia de IvankaTrump.

En la Torre Trump en la Quinta Avenida, la Tienda Trump está abajo del vestíbulo, entre un restaurante y una heladería. Aunque estaba disponible una camisa de golf polo blanca de 65 dólares procedente de Lesotho en el sur de África, no había señales de muchos de los otros artículos de Donald Trump, como la camisa de vestir hecha en Vietnam exhibida en el piso superior.

En 2015, Macy’s descartó la línea de ropa de Trump por los comentarios provocadores que hizo sobre los inmigrantes mexicanos. Ahora el mejor lugar para encontrar sus corbatas, camisas de vestir y accesorios es Amazon.com; e incluso esas existencias son un revoltijo.

La empresa que hacia los edredones y sábanas marca Trump, Downlite, dijo que había terminado su relación con él en 2015. Sus camas, diseñadas por Dorya, tampoco están en las tiendas. Se hacen por pedido en el extranjero, según la compañía.

Trump dijo en entrevistas de campaña que le gustaría producir su ropa en Estados Unidos, pero que era difícil encontrar compañías que la hicieran. Cuando George Stephanopoulos de ABC lo presionó para que se explicara, Trump dijo: “Ni siquiera hacen el material aquí”.

Eso no es exactamente cierto.

BJ Nickol, presidente de All American Clothing Co., con sede en Arcanum, Ohio, dijo que empleaba a 15 personas, así como a subcontratistas en unos 20 estados que cortan cosen y embarcan camisas, jeans y suéteres. Estimó que a All American le cuesta entre 10 y 15 dólares fabricar una camisa polo, incluida la tela y la mano de obra. Las vende en entre 28 y 38 dólares, o alrededor de la mitad de lo que cuesta una camisa polo en la Torre Trump.

Aunque la compañía mayormente vende camisas a individuos, Nickol dijo que daría la bienvenida a un gran cliente como Trump. Nickol dijo que había sido testigo del impacto en su comunidad del traslado de los fabricantes de ropa.

“Y la única forma en que pensamos se podía arreglar eso era manteniendo los empleos aquí”, dijo.

Aunque es poco probable que la manufactura de ropa a gran escala regrese a Estados Unidos, los artículos especializados o la ropa de lujo prometen. ToddShelton, un diseñador de modas que hace prendas separadas elegantes y las vende en línea, cose su ropa en una fábrica en East Rutherford, Nueva Jersey.

Pero hay un inconveniente, el precio. Un par de jeans para dama hechos por ToddShelton cuestan 200 dólares; una camisa Oxford cuesta 180 dólares.

Y el costo es solo un factor. La moda es otro.

Recientemente, IvankaTrump trató de hacer unas chancletas en Estados Unidos. Ella y uno de sus principales socios, Marc Fisher, compraron un diseño a minoristas, según una persona con conocimiento del acuerdo. A los compradores, sin embargo, no les gustó el diseño; y nunca se produjeron.

Con la marca IvankaTrump, entra en juego ahora otra variable: la política.

IvankaTrump, de 35 años de edad, sirvió como una emisaria más pulida de los mensajes de su padre durante la campaña, y está bajo presión de traer empleos al país. Y, en una era postelectoral, su personalidad pública cuidadosamente elaborada, que está en el corazón de la marca, está en riesgo.

Fue criticada por reunirse con el primer ministro Shinzo Abe de Japón mientras completaba un acuerdo de otorgamiento de licencia con una compañía cuyo mayor accionista es propiedad totalmente del gobierno japonés. Los consumidores ofendidos por los comentarios provocadores de su padre sobre las minorías siguen boicoteando su línea.

Ella reconoció la potencial aparición de conflictos mientras su padre se preparaba para mudarse a la Casa Blanca. Dijo que renunciaría como directora de la marca que lleva su nombre si se le pedía ser asesora de su padre y el gobierno de Trump.

“Me separaría por completo de mis negocios”, dijo IvankaTrump, quien también está considerando una licencia de ausencia de la Organización Trump, donde funge como vicepresidenta ejecutiva para desarrollo y adquisiciones. Representantes de Donald Trump declinaron hacer comentarios.

Pero eso no cambiará drásticamente la estrategia de su compañía. Ella y su equipo no planean mudar la manufactura de regreso solo para acallar a los críticos.

“Es grandioso decir que queremos hacer todo esto, pero también queremos tomar decisiones de negocios responsables”, dijo Abigail Klem, presidenta de la marca IvankaTrump. “Desde una perspectiva empresarial, debemos tener longevidad”.

 

IMAGEN: Visitantes con una bolsa de compras de TrumpStore en el vestíbulo de Trump Tower en Manhattan, el 21 de diciembre de 2016. Si el presidente electo Donald J. Trump cumple con la promesa de castigar a las compañías extranjeras, apuntará a su propia marca, Y su hija también. (Alex Wroblewski / El New York Times).

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