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La Tribuna

No hay ley en el Amazonas: Piratas del río aterrorizan a barcos en las noches

por Gabriel Hernandez Velozo

Simon Romero / © 2016 New York Times News Service

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MACAPÁ, Brasil _ Los piratas del río Amazonas disfrutan atacar después de la caída de la noche.

Usando pasamontañas, 15 de los saqueadores tomaron por asalto el barco fluvial de MerinaldoPaiva mientras docenas de sus pasajeros dormitaban en sus hamacas. Repentinamente, despertaron para encontrar rifles que les apuntaban a la cabeza.

Los hombres armados tomaron efectivo, joyas, smartphones, combustible e incluso comida, obligando a todos a tenderse bocabajo sobre la cubierta. Luego desaparecieron en lanchas rápidas en el Amazonas, una vía fluvial tan enorme que algunos en la frontera de Brasil le llaman el río-mar.

“Todos los capitanes de barcos fluviales saben que están a merced de estos bastardos”, dijo el capitán, Paiva, de 41 años de edad, quien ha estado recorriendo los ríos del bosque tropical de Brasil desde que era adolescente. “Somos afortunados de que no fuera peor”, añadió del robo en abril, enlistando otros ataques en que pasajeras han sido violadas y otros torturados o asesinados.

La piratería ha sido desde hace tiempo un hecho de la vida en los ríos de la anárquica zona selvática de Brasil. Pero conforme la población en la Amazonia aumenta y las pandillas del narcotráfico amplían su influencia en la región, han florecido las oportunidades de secuestros. Y las fuerzas policiacas están pasando apuros para mantener a raya a la delincuencia, lo cual culmina con una serie de ataques recientes que han aterrorizado a las tripulaciones de los barcos fluviales y sus pasajeros.

En octubre, cuatro piratas enmascarados con rifles se apoderaron de un barco de combustible en el río Solimões y robaron más de 9,842 litros de diesel, junto con efectivo, relojes y ropa de la tripulación. En septiembre, 10 hombres enmascarados tomaron por asalto un barco de pasajeros cerca de la ciudad de Belém, robando a 260 pasajeros a la vez. Los atacantes usaron a una mujer a bordo como escudo humano durante el atraco.

El mes anterior, la policía dio a conocer un video de hombres de un grupo de delincuentes - que se hace llamar los Piratas del Río Solimões- interrogando a un pandillero rival al lado de un cadáver, lo que preocupó a los residentes de las riberas en toda la cuenca del Amazonas.

En un caso previo cerca de la ciudad de Manaos, Huederson Paulino, un pirata que usaba el nombre de guerra de Mohicano, confesó el asesinato y desmembramiento de dos hombres en un barco que vendía hielo y sal. Encabezó a una pandilla que robó efectivo y combustible a las víctimas, y dijo que su intención era tener dinero para gastar en Navidad.

“Necesitaba el dinero, así que hice lo que me pareció mejor”, dijo Paulino, de 24 años de edad, a los reporteros.

La creciente alarma en torno a la piratería se enlaza con rápidos cambios en la región. Lejos de ser una expansión vacía de bosque tropical salpicada de diminutos puestos de avanzada, la Amazonia brasileña tiene casi 25 millones de habitantes, con dos millones solo en Manaos. La población de la región aumentó 22 por ciento de 2000 a 2010, según cifras del censo; casi el doble de la tasa de crecimiento del país en general.

Pero la Amazonia es también una de las partes más pobres de Brasil, y el crimen organizado se ha extendido, alimentando una sensación de anarquía en la enorme cuenca del río. En remotas aldeas ribereñas, los residentes se quejan de que los barcos de la policía rara vez se aventuran a las vías fluviales donde tienen lugar muchos de los ataques de los piratas.

Las autoridades dicen que hacen su esfuerzo. Aquí en Macapá, una ciudad de 370,000 habitantes en el norte de Brasil, un escuadrón de élite de agentes policiales con uniformes de camuflaje pertenecientes al Batallón Ambiental patrulla regularmente el río Amazonas en busca de piratas, a menudo llamados ratas acuáticas en el habla local.

“Al igual que los salteadores de caminos toman como presa a los viajeros que van por carretera en otras partes de Brasil, los piratas son el flagelo que enfrentamos aquí en el Amazonas”, dijo el teniente coronel Protásio Barriga Caldas, de 47 años de edad y comandante del Batallón Ambiental de 135 miembros del estado de Amapá.

Caldas dijo que los piratas habitualmente viajaban en lanchas rápidas, lo que les daba la velocidad y agilidad de que carecían los más voluminosos barcos fluviales. Añadió que a menudo provenían de áreas urbanas pobres o de aldeas ribereñas distantes, y tomaban como presa de los residentes de la selva que dependen de los barcos fluviales para comprar alimentos, visitar parientes u obtener atención médica en ciudades de la Amazonia.

Patrullar los colosales ríos de la Amazonia en busca de piratas puede parecer un juego inútil del gato y el ratón. En una misión en el río en octubre, los agentes policiales interrogaron a los residentes de un asentamiento cerca del Puerto de Santana que describieron vivir en constante temor de los piratas.

“No hay ley en el río Amazonas”, dijo Odete Souza França, de 49 años de edad, cuya familia se gana la vida pescando y cultivando asaí, el codiciado fruto morado que es un alimento básico aquí. Describió un reciente ataque en el cual los piratas abordaron la canoa de su hijo de 17 años, lo ataron, y robaron su dispositivo GPS y un cilindro de gas para cocinar.

“Atrapar a los piratas es como librar una guerra contra guerrilleros”, dijo el capital Lúcio Lima, el jefe de una unidad operaciones especiales de la fuerza policiaca de Amapá que da caza a los bandidos del río. “Son enemigos elusivos que sacan el mejor provecho de su conocimiento de las corrientes del río, la geografía y la topografía”.

Cuando dos exploradores polacos -DawidAndres, de 41 años de edad, y HubertKisinski, de 33 - viajaron a lo largo del río Amazonas este año en pontones equipados con bicicletas de montaña, enfrentaron desafíos que fueron desde las aguas infestadas de pirañas hasta torbellinos.

Sin embargo, dijeron que sus momentos de mayor temor fueron cuando piratas en Brasil se les acercaron en tres ocasiones. Cada vez, dijeron, pudieron salir de las sobrecogedoras situaciones después de un diálogo.

“Es el tema de una pesadilla cuando una banda con lentes Ray-Ban que porta armas enormes se te acerca en el río”, dijo Kisinski. Recordando un episodio, dijo, que él y Andres habían explicado con calma que estaban viajando sin objetos de valor, y luego preguntaron a los piratas si tenían alguna cerveza para aliviar el estrés de la situación.

“Se calmaron un poco; incluso empezaron a reír”, dijo Kisinski. “Uno necesita mantener la cabeza despejada cuando enfrenta piratas en el Amazonas”.

FOTOGRAFÍA: Un soldado del Grupo Aéreo Táctico, patrulla un canal cerca del puerto de Santana en Brasil, el 27 de octubre de 2016. A medida que la población en la Amazonía aumenta y las bandas de narcotraficantes expanden su dominio sobre la región, las oportunidades de secuestro en los barcos fluyen y las fuerzas policiales están luchando para mantenerse al día con el crimen. (Dado Galdieri / El New York Times)

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