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La Tribuna

Pesar por muerte de la destacada folclorista Violeta Ipinza

por Juvenal Rivera Sanhueza

También incursionó en la literatura con cuentos y poesías. De hecho, obtuvo un segundo lugar a nivel nacional en concurso de relatos campesinos organizado en 1996 por el Ministerio de Agricultura.

12-1, Violeta Ipinza /

A los 83 años de

edad, dejó de existir Violeta Ipinza Romero, destacada folclorista, escritora,

poetisa y recopiladora de la tradición campesina de la zona que residía desde

fines de los años 50 en el sector de Cañicura, unos 20 kilómetros al oriente de

la localidad de Quilleco.

La mujer, que

algunos catalogaban como un verdadero patrimonio vivo de la humanidad por su amplia

sabiduría y conocimiento de las maneras y costumbres de las personas de antaño,

se había ganado el cariño y respeto de todas las personas que la conocieron.

De una

personalidad desbordante y chispeante, siempre acompañada de su cigarro (fumaba

desde muy niña), era habitual verla caminar por las calles y camino de Quilleco

donde relataba, a quien quisiera acompañarla, de las historias de la zona que recopiló

de la memoria oral.

Desde muy niña

también aprendió a tocar guitarra, escuchando y repitiendo lo que hacían otras

personas, lo que le permitió conocer y recopilar en su memoria las creaciones y

las diferentes afinaciones que hacían las cantoras que antaño animaban las

fiestas campesinas. De ahí que integrara varios conjuntos folclóricos que

llevaron esas creaciones a distintos escenarios de la provincia y la región.

Ese mismo afán se

salvar la memoria la llevó a incursionar en el mundo de los cuentos y las poesías.

De hecho, tuvo varias publicaciones a su haber como Una palomita en mi palomar,

Mi amigo el minero y Tras la huella de la tradición.

En el ámbito

literario, uno de los mayores logros de Violeta Ipinza fue el segundo lugar en

un concurso de cuentos campesinos organizado en 1996 por el Ministerio de

Agricultura, a través de la Fundación de Comunicaciones, Capacitación y Cultura

del Agro (Fucoa). Fue el cuento El Casorio - que describe un fallido

casamiento en el campo, matizado con cantos de las cantoras-, lo que le otorgó

ese importante reconocimiento. También un año ganó el premio Regional de

Arte  que incluía Ñuble Concepción y

Biobío. Además, el municipio de Quilleco la reconoció y homenajeó en varias

oportunidades, en agradecimiento a su labor de recopilación y divulgación. Como

si fuera poco, era habitual colaboradora del diario La Tribuna con la

publicación de poemas de su propia autoría.

Fue tal su

importancia que durante varios años, la biblioteca municipal de Quilleco

organizó un concurso de cuentos que llevaba su nombre. De hecho, ella era quien

participaba en las ceremonias y entregaba los premios más importantes.

Sin embargo, a

sus 83 años, su corazón dejó de latir de manera totalmente abrupta. Una inesperada

complicación de salud le pasó la cuenta a su avanzada edad y falleció en la

tarde de este lunes.

Su velatorio fue en

la parroquia Santa Madre de la Iglesia y en la tarde de ayer fue sepultada en

el cementerio general de esta ciudad, en medio del dolor y recogimiento de su

familia, sus amigos, sus cercanos y todos quienes la conocieron y compartieron

con esta excepcional mujer.

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