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La Tribuna

Cabo Segundo Javier Garrido Molina: "Uno puede no sólo estar, sino que también socorrer y ayudar, eso es satisfactorio"

por Marcela Vidal

El funcionario con cuatro años de servicio explicó que esta es una actividad que quiere realizar toda la vida, porque esto es lo que ama hacer a diario.

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“Me gusta ser carabinero. Me siento orgulloso. Me llena  cuando uno llega a un procedimiento y es capaz de decirle a las personas que estén tranquilas”, así explicó su pasión el cabo segundo Javier Garrido.

Este funcionario de pausado hablar, cálida sonrisa y acogedora mirada, explicó que todo esto, se resume en las acciones de poder ayudar, calmar y contener a las personas a diario, desde que se decidió por este valioso camino que siempre anheló para su vida.

Oriundo del sector rural llamado San Juan de La Raya, distante a unos 20 kilómetros de Quirihue, manifestó, que todo el valor para emprender lo debe a su hermano Luis –también funcionario- quien siempre fue su ejemplo a seguir. 

Es el menor de su familia, tiene 25 años, y en todo su andar siempre lleva a su madre Orfilia –viuda- quien hoy está muy feliz por su trabajo. “En este camino vi un futuro bueno y un trabajo limpio, por ello opté desempeñarme acá”.

El joven sargento explicó, que una de las cosas que más lo reconforta es su madre está feliz con esta decisión, pero al recordarla, de inmediato, llegan a su mente todas las frases que ella le dedica con mucho amor.

“A ella le encanta la institución y siempre dice que ‘quiere a todos los carabineros por igual’ y cada vez que ve a un funcionario se acuerda de sus dos hijos. Cuando mira las noticias se preocupa mucho, pero yo le digo estamos bien”.

Por ello, todos los fines de semana libres vuelve a casa, para compartir con ella, conversar y ayudarla en el arduo trabajo del campo que realizan como familia.

“Hay que arreglar la tierra, ayudarle con la motobomba para que ella riegue, que hacer conexiones con mangueras y varios temas para que cultive sus verduras”, explica con cariño.  

Sobre sus experiencias más fuertes, el profesional relató que entre ellas se encuentra el haber crecido como familia luego de haber sido víctimas del incendio del año 2017. Ahí, él se encontraba en la Avanzada de Guayalí, donde prestó sus primeros servicios. Esos días su madre perdió todo.

“Me quedaban cinco días para bajar, tuve que calmarla por teléfono y decirle lo mismo que le digo a las víctimas. ua78bMamá de qué te preocupas si tú estás bien, se quemó el pasto, se quemaron árboles eso da lo mismoua78b. A ella le costó ver todo quemado, pero de a poco lo superó. Yo me tuve que hacer cargo de reparaciones, desde comprar los alambres hasta hacer las cercas. Pero hoy ya estamos bien”.

UN FUNCIONARIO EN ACCIÓN: HISTORIAS QUE MARCAN EL DESEMPEÑO

Luego de realizar su curso en la Esfocar de Santiago - el que inició en junio de 2014-  fue destinado a la Primera  Comisaría de Los Ángeles. Tras los primeros seis meses de práctica profesional, le correspondió cumplir con el servicio de “piquete” en el centro de ciudad, es decir realizar una labor policial preventiva en las arterias específicas de la ciudad.

Posterior a eso, además, pasó un tiempo en la oficina de Órdenes judiciales, donde se desempeñó en la sección montada y en intervención policial, también pasó un tiempo en la precordillera y además estuvo un importante tiempo en la Avanzada Guayalí, en la tenencia fronteriza de Alto Bío Bío, donde tuvo la oportunidad de trabajar en la Patrulla de Acercamiento con las Comunidad Indígenas (PACI).

Sobre esta experiencia, lo que más recuerda es que “cuando estuve en la PACI, llegaba mercadería y la íbamos a repartir a las comunidades. Los niños salían corriendo cuando nos veían venir y sin conocerme siquiera  -porque era primera vez que iba- me decían “hola tío” y me abrazaban como si fuera de la casa”. Relata con orgullo.

Sobre su desarrollo, además recuerda que le ha tocado estar en situaciones complicadas, una de ellas. Los llamados de violencia intrafamiliar.

“Hay que actuar rápido, sobre todo cuando el agresor dice que se va quitar la vida, porque es una persona la que está en juego y con mucha agilidad tenemos que tratar de retenerlo, quitarle las armas para que no se dañe, ni atente contra otras personas”.

Otra, de las cosas que ha aprendido a su corta edad y en este breve tiempo es a enfrentar los accidentes que sólo involucran daños, donde muchas personas sufren por pérdidas materiales.

“Muchas veces la gente se desespera y no se dan cuenta que si miran a su alrededor esta toda su familia bien. Ahí, uno les hace entender que tienen que dar gracias, puesto que sus pérdidas son cosas sólo materiales” explicó con algo de pesar este joven funcionario.

           

MIRADAS A FUTURO, SIEMPRE CON LA INSTITUCIÓN

Entre las ambiciones del cabo Segundo Garrido para crecer en la institución, se encuentra la Sección de Control de Drogas y Estupefacientes. Esto, debido a que le gustaría colaborar desde esa interesante vereda nacional, que afecta a una importante parte del país.

“Creo que quienes se dedican a la venta de drogas le hacen un daño a los menores de edad, a la comunidad en general y como funcionario no quiero eso para mi país”.

Finalmente, con cariño reveló que en su vida, Carabineros es una parte fundamental donde quiere continuar aprendiendo, y si tuviera que hacer un balance, este siempre sería profundamente positivo, porque su camino esta con las personas y en poder ayudar.

“Lo mejor de todo, es cuando las personas necesitan de auxilio y uno puede no sólo estar, sino que también socorrer y ayudar, eso es satisfactorio. Estoy bien motivado con mi trabajo y espero seguir así el resto de mi carrera”.

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