El nuevo gobernante del altiplano, Rodrigo Paz, de pronto detuvo la lectura de su discurso y preguntó: "Evo, ¿dónde está el gas?". El silencio de la audiencia fue absoluto. No estaba ni Evo ni el gas. El primero, Evo, escondido en el Chapare, zona de cocaleros y dirigentes indígenas de larga historia, días antes de que asumiera Paz, había prometido una revolución que, en términos prácticos, la detuvo el helicóptero que lo llevaría al frente de batalla. Este aparato de vuelo, con Evo a bordo, al iniciar su vuelo revolucionario tuvo una falla que obligó al piloto a descender abruptamente, golpeando el suelo peligrosamente a tal punto que sus ocupantes llegaron a pensar en su muerte. Al concluir que el inicio de la revolución casi puso punto final a la vida de su héroe, resolvieron detener, al menos por ahora, el abordaje que tenía previsto en Plaza Murillo, centro republicano de Bolivia en La Paz. Por lo demás, surgieron cosas prácticas y una de ellas, la principal, es que no había mecánicos para reparar el helicóptero.
Veinte años antes, en el alarde gobernativo del primer presidente indígena boliviano, y habiendo por esos días asumido Néstor Kirchner la presidencia argentina, ambos socialistas del siglo 21 proclamado por Chávez, Evo Morales encuentra que nada es más significativo de anunciar que Bolivia estaba "sobre un océano de gas". Seguido a tal anuncio, proclamó muy orgulloso que "a Chile jamás irá ni siquiera una molécula de gas boliviano". De esta forma "le echaba una manito" a Néstor Kirchner que, por esos mismos días, cerraba todos los gaseoductos a Chile, desconociendo absolutamente los contratos firmados con nuestro país y más aún, ya concretada la construcción de los gaseoductos que traerían ese gas de Neuquén a nuestro territorio.
La situación que narro llegó a extremos tales que el Presidente Ricardo Lagos dispuso que la cancillería organizara una visita urgente a Yakarta, Capital de Indonesia, a fin de tratar con su gobernante, sra. Sukarno, un contrato de suministro de gas. En efecto, Indonesia tiene las mayores reservas de gas del planeta y había creado una especie de bidones gigantes a bordo de buques especialmente armados para el transporte de gas. Estas embarcaciones atracan en puertos especialmente construidos para acogerlas y permanecen atracadas por espacio de 15 días aproximadamente, descargando al sistema nacional de gaseoductos su apreciada carga. En las cercanías llega otro buque con tales características y así, durante todo el año, Chile tiene gas.
En esa ocasión acompañé al Presidente Lagos y participé en las negociaciones con la Presidenta de Indonesia con los resultados positivos ya conocidos. ¿Y el gas de Evo? Misterio. Desapareció. O no había gas o simplemente los brasileños vaciaron las reservas y ahora no hay nada. Ese mismo misterio abruma al ahora gobernante boliviano, Rodrigo Paz, porque en su tiempo también se dejó impresionar por este océano que terminaba siendo más rico que la mina de plata en Potosí, mineral que lleva en explotación tres siglos y, aunque merma su producción, aún siguen decenas de pirquineros extrayendo su riqueza. Rodrigo Paz llega a Palacio Quemado, sede del Poder Ejecutivo, y pregunta por el gas. No tiene respuesta. ¿Le irá a contestar Evo tal cuestión? Misterio.
Mario Ríos Santander