Opinión

Del descarte a la mesa: la belleza va por dentro

Ingeniero en alimentos
Facultad de Ciencias de la Rehabilitación y Calidad de Vida
Universidad San Sebastián (USS)

Sergio Benavides, Cedida
Sergio Benavides / FUENTE: Cedida

Día tras día, toneladas de frutas y hortalizas terminan como desechos en vertederos, no porque estén en mal estado, simplemente no son "atractivas", es decir, no cumplen con los estándares estéticos del mercado. Frutas demasiado pequeñas, hortalizas deformes, verduras manchadas constituyen motivos para su descarte. Sin embargo, ¿qué tal es su calidad nutricional? Muchos no saben que estos vegetales "feos" esconden un tesoro nutricional, no solo capaz de satisfacernos frente al apetito, sino que además pueden mejorar nuestra salud por su capacidad antioxidante.

Además, la utilización de estos vegetales permite removerlos del medioambiente, donde se comportan como un contaminante más, por lo que también aportamos a mantener un planeta más sostenible. Recuperar estos alimentos y convertir estos desechos en productos alimentarios no es solo una moda, es una necesidad urgente en seguridad alimentaria. En gran parte del mundo, el desperdicio de frutas y hortalizas frescas alcanza cifras alarmantes, y nuestro país no es la excepción.

Según el Ministerio de Agricultura, se calcula que entre el 20 y 40% de frutas y hortalizas frescas son desechadas y desperdiciadas por ser "poco atractivas". Pero como dice el viejo dicho, "la belleza va por dentro": detrás de cada tomate arrugado, zanahoria torcida o manzana manchada se esconde la misma riqueza en fibras, vitaminas, minerales y antioxidantes que en vegetales "perfectos". Recuperar estos alimentos es abrir la puerta a una fuente inesperada de nutrientes que mejoran la funcionalidad del cuerpo humano, enriqueciendo el sistema inmune, previniendo enfermedades crónicas y, como consecuencia, mejorando la calidad de vida. Esto no solo se aplica a frutas y verduras "feas"; cáscaras y semillas que habitualmente también se descartan contienen nutrientes de alta calidad. Solo la cáscara de una manzana contiene cantidades relevantes de fibra, además de concentrar la mayor parte de agentes antioxidantes.

Las pepas de zapallo son ricas en zinc y ácidos grasos de alta calidad. Todo lo que solemos ver como "desecho" puede convertirse en ingrediente para galletas, snacks saludables, sopas o, a través de la tecnología, en bebidas funcionales. El Ministerio de Agricultura, por ejemplo, impulsa el proyecto "Imperfectas, pero buenas", una iniciativa entre el sector público y privado para la recuperación de frutas y hortalizas desechadas de supermercados para su venta a precios muy por debajo de los $1.000 la malla. Pero no solo están estas iniciativas: pequeños emprendimientos y comunidades ya están liderando este cambio. Elaboran galletas o barritas energéticas con pulpa de frutas descartadas, chips de hortalizas o infusiones con cáscaras de cítricos, berries o manzanas. Estos proyectos demuestran que la innovación y la conciencia social pueden ir de la mano, generando valor económico y salud para todos.

Así que, la próxima vez que veas una fruta o verdura "fea", piénsalo dos veces antes de desecharla. Recuerda que es la clave para una vida saludable, un corazón más sano y un planeta más limpio. Convertir ese "desecho" en alimento no solo es una estrategia para combatir el desperdicio, sino también la oportunidad para cuidar nuestra salud y la de las futuras generaciones. Reconocer la "belleza" y el valor de frutas y hortalizas descartadas es un camino lleno de color, sabor y esperanza; recorrerlo depende de nosotros.

Sergio Benavides

Ingeniero en alimentos

Facultad de Ciencias de la Rehabilitación y Calidad de Vida

Universidad San Sebastián (USS)

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