Opinión

Droga, Estado fracasado... ¿y la institucionalidad?

MARIO RIOS (10),
MARIO RIOS (10) / FUENTE:

Un conocido, típico personaje que le gusta opinar de todo, tuvo que declararse, en medio de un debate sobre la droga en la juventud, ignorante en el momento en que otro, algo más avispado, ponía en duda esto de que el Estado había fracasado en esto de defender a la juventud de la maldita droga. Tal inquietud sostenía en los hechos que "ante el fracaso del Estado" no se veía tampoco "acción alguna de la institucionalidad".

En suma, la sociedad estaba absolutamente desprotegida. Miles de hogares vivían el drama de hijos adictos, futuros delincuentes si es que ya no lo son. Nuestro conocido opinante, algo confundido, preguntó: "¿Es que la institucionalidad es distinta al Estado?". La pregunta dejó en silencio a todos. Miradas entre los presentes, hasta que otro, que estaba en silencio, respondió: "El Estado es parte de la institucionalidad. Y es parte importante, pero la institucionalidad es mucho más amplia. Se encuentra vigente en todos los sectores de la sociedad. De partida, generalizando, es parte del sector público como del sector privado. Pertenecen a la institucionalidad todas aquellas entidades reconocidas por la nación. En el sector privado hay instituciones muy trascendentes, la familia por ejemplo y, aún más, cada persona es institucionalidad porque tiene identidad con persona jurídica. El problema está, refiriéndose a este grave problema de la droga, que la autoridad solo recurre a los servicios del Estado y deja el resto abandonado. Quedan al margen las familias, las iglesias, los sindicatos, gremios, en fin, la inmensa institucionalidad que finalmente guarda silencio y está ignorante del problema o, peor aún, no hacen nada, porque creen que solo la policía debe actuar en tan doloroso problema. En suma, nuestra rica institucionalidad, marginada de la solución de este gravísimo drama, efectivamente no aporta absolutamente nada en esta guerra envuelta en crímenes, sicarios, traficantes, niños asesinados, inseguridad y todo cuanto ya conocemos".

La institucionalidad, que es la "suma de las instituciones existentes en una sociedad (o nación)", es de tal riqueza que la sola mención de los presidentes que dirigen los distintos estamentos que la componen nos lleva a sostener que en Chile no se muere nadie sin haber sido presidente de algo alguna vez. El tejido social chileno no tiene parangón en el mundo. Los alcaldes, si quisiesen tener un órgano informativo, ya debieron tener organizado el "Concejo de presidentes". Como ejemplo, con el alcalde de Cabrero, a modo de estudio somero, concluíamos que en su comuna se encontraban vigentes unos 600 presidentes. Imaginamos que Los Ángeles debe haber, operativos, unos 1.500 presidentes. En Curanilahue, un suboficial de carabineros reunió a 177 pastores y les ganaron la guerra a los narcos en tan solo tres días. Este carabinero había logrado mover a la institucionalidad, y el éxito fue espectacular. Estuve presente en el momento en que unos 500 presidentes junto a otros dirigentes reunieron más de 3.000 personas. Hubo una sola palabra: "A nuestros hijos no". Ganaron con la mejor arma: la institucionalidad plena y absoluta presente, firme, animada por el éxito.

¿Cuándo comenzamos aquí?

Mario Ríos Santander

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