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La Tribuna
Columnista

Con la mirada puesta en su mirada

María de los Ángeles Errázuriz

Directora ejecutiva de Fundación Voces Católicas

por María de los Ángeles Errázuriz

Por casualidad me encontré con el Hashtag unomismo  y me sorprendieron las 52,1 mil publicaciones referidas al tema. Entendiendo que es fundamental el cuidado y la preocupación por nosotros mismos, a veces nos quedamos capturados por nuestra imagen. Narciso es un buen ejemplo de las consecuencias que nos puede traer esto.

Sería una lista infinita enumerar lo que nos perdemos al no mirar. Un tremendo ejemplo de mirada es la de la Virgen María. Especialmente este mes,  podríamos vivirlo persiguiendo su mirada.

Ella vivió así, en apertura, mirando silenciosamente, sin enjuiciar, tratando de llegar a las necesidades de todos. Su vida fue mirar a Dios, mirándolo supo abrirle las puertas y en esa mirada nos encontró a todos.

Una buena forma de comenzar el mes de María puede ser poner la mirada en ella. Dejar de ver el Mes de María como una costumbre bonita que nos reúne a los católicos y vivirlo más arriesgadamente, porque encontrarse con su mirada implica riesgos. Nos puede mover a cambiar ciertos aspectos de nuestra vida y también, por supuesto, nos encontraremos con una mirada que nos abraza.

A veces tenemos formada una imagen muy infantil sobre María. Si hacemos el esfuerzo de  dejar a un lado esa imagen y nos embarcamos en una búsqueda profunda podemos encontrarnos con grandes sorpresas. Vivir con fruto este mes es vivir el desafío de tener treinta días para raspar la cáscara y ver con quién nos encontramos.

El mes de María, como todo, es algo que debemos interiorizar y vivirlo desde lo que somos,  darle un sello personal y trascender la oración que acostumbramos a rezar. 

Recorrer su vida es encontrarnos con una mujer extraordinaria que convirtió su existencia en don. María fue audaz, confiada en el Padre, con una tremenda fortaleza. El centro de su vida fue Dios y toda palabra, lágrima y caricia que sembró siempre fueron un diálogo amoroso con Él.

Podemos partir por mirar cómo habrá sido la irrupción de Dios en su camino y su sí sin condiciones. Y luego recorrer su vida, su sí inició un camino que la llevó a salir de su pueblo y comenzar un itinerario vital impresionante, con momentos de luces y sombras sin transar en la confianza. Le tocó asumir el establo, la profecía de Simeón, el ir a Egipto y volver, la muerte de José, la pérdida del niño y la muerte de su hijo. En fin, una vida difícil que abrazó con alegría por amor a Dios y a todos nosotros. Seguro donde pasaba dejaba una estela de paz y no se olvidaba fácil un encuentro con ella. A cuántos habrá convertido su mirada...

Todas estas son cualidades que nos hacen tanta falta en la vida de hoy, en que habitamos en la desconfianza y nuestra gran búsqueda es el placer y la comodidad. El mes de María es una invitación a mirarla y desde ahí mirar a los demás. Ojalá sea un tiempo en que encontremos en sus brazos a la mejor madre, porque nos distingue a cada uno, nos conoce y nos trata de manera particular, teniendo en cuenta nuestro modo de ser y circunstancias porque primero nos supo mirar.

María de los Ángeles Errázuriz

Directora ejecutiva de Fundación Voces Católicas

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