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Columnista

Amor a los animales

Zenón “Cheno” Jorquera

Zenón "Cheno" Jorquera

por Zenón “Cheno” Jorquera

Desde siempre los animales han sido motivo de atracción y afecto. En muchos casos son la única compañía para muchas personas. Les  tomamos cariño y las adoptamos como nuestras mascotas. Tanto así que con el tiempo pasan a ser parte importante de nuestra vida y un miembro más de la casa. Y cuando sufrimos su pérdida, el dolor es muy grande.

No hay nada extraño en dar cariño a un animal. Es más, los humanos somos sensibles y como tales consideramos a los perros, gatos y otros animales como seres que también tienen sensibilidad, que ellos demuestran de muchas maneras. En España desde enero del año pasado así son considerados, "lo que significa que no podrán ser embargados, hipotecados, abandonados, maltratados o apartados de uno de sus dueños en caso de separación o divorcio". 

Pero son animales, no personas.

En Chile -para no ser menos ni quedarnos atrás, seguramente- "la Comisión de Medio Ambiente de la Cámara de Diputadas y Diputados aprobó el jueves 20 de octubre del año pasado un proyecto que reconoce a los animales como "seres sintientes", por tanto, dignos de cuidado, bienestar, protección y respeto". (Me gusta mucho la palabra respeto, viene del latín "respectus", que significa atención, consideración, miramiento, deferencia). La Comisión aprobó la ley que "establece normas destinadas a conocer, proteger y respetar a los animales, como seres vivos y parte de la naturaleza, con el fin de darles un trato adecuado y evitarles sufrimientos innecesarios".

Será por eso, tal vez, que la diputada Maite Orsini, de RD, asistió a una sesión de la Cámara con un gatito arropado en su abrigo. ¡Qué ternura!

¡Y fue noticia! Apareció de inmediato en algunos medios.

¿Pero es apropiado, correcto, atinado entrar a una sesión con un minino?

Ella debe saber que existe un protocolo, un reglamento, un conjunto de reglas que, ya sea por norma o por costumbre, son establecidas y deben cumplirse. El protocolo, entonces, se entiende como instrucciones, o recomendaciones, que los honorables deben seguir y respetar en el hemiciclo y en todos los lugares donde actúen como tales. Formalmente. La dignidad del cargo así lo merece. Joseph Joubert, moralista y escritor francés dijo: "Cuando se sobrepasa lo sublime se cae en la extravagancia". En los cursos de ceremonial y protocolo en los que he participado escuché  algo que me quedó grabado: la distancia entre lo sublime y lo chabacano es de un segundo. 

El  Reglamento  de  la  Cámara  de  Diputados  de nuestro país, de fecha julio de este año, (https://www.camara.cl/camara/doc/leyes_normas/reglamento.pdf)

 señala que "los diputados están obligados a adecuar su conducta al reglamento y a respetar el orden, la cortesía y la disciplina parlamentarias". El código de Conductas Parlamentarias, en Normas Generales, en el Artículo 6° establece que "el diputado debe actuar en forma tal de que su conducta pueda admitir el examen público más minucioso. Para ello, no es suficiente la simple observancia de la ley; deben aplicarse también los principios de conducta y ética públicos".    

Entrar a una reunión en la Cámara con un gato quizás no debería provocar mayor alboroto..., salvo entender que no se debe hacer. De lo contrario, otros que aman los perros, los caballos, los hámsteres y cuanto animal existe se sentirán con el derecho de hacerlo, también. Es de imaginar en lo que se transformaría la Cámara.      

Zenón "Cheno" Jorquera

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