Y llegó el consejo constitucional

Mario Ríos Santander

Pocos se preocupan de este asunto institucional que, independiente de quererlo no, está en votación el próximo domingo. Para la prensa, con esta consabida expresión, "esto no vende", el tema constitucional no resulta atractivo. Y en lo referente a campaña, se han repletado las palomas con gente abrazada una con otra, sonrisas y nada más. Por otro lado, los republicanos, se engolosinaron con Chile Vamos, le dan duro y parejo. Y la izquierda tradicional en silencio. ¿Por qué? Una sola razón, no les gusta nada de nada. Fuera de que el 4 de septiembre pasado, el golpe fue tan demoledor, se ha sumado el quehacer débil de un gobierno que se encuentra a medio camino de ninguna parte y si a todo lo anterior, se suma que se despidieron de los trabajadores para abrazar la causa feminista, indigenista, conservacionista y elegetivista, más grande aun es la confusión. Mi amigo José Morales, trabajador eterno, con años, ya jubilado, una especie de oráculo social para mis comentarios, me señalaba con algún desdén, "es que los trabajadores nunca habíamos conquistado tanto y todo ello, no fue precisamente con los comunistas que nos echaban a la calle a gritar y nosotros le hacíamos caso. Volvíamos a la casa y estaba igual que cuando salíamos y al día siguiente lo mismo, hasta que cambió todo y la casa también fue distinta. Y el chiquillo mayor se fue a la universidad... Sí, había cambiado. Entonces nos despedimos de los comunistas y miramos pa’otro lado... por eso que andan ahora con esas cosas raras de feminismo y más...".  Al consultarle por la elección de los consejeros constitucionales, la mirada se fue al infinito. "No sé de eso yo", fue su respuesta espontánea. No quise indagar más.

Pero, lo verdadero, es que hay que conformar un nuevo consejo constitucional. Nos guste o no, hay que hacerlo. Los republicanos muy picados, recuerdan a cada instante que la culpa la tienen los dirigentes políticos de Chile Vamos, "les metieron el dedo en la boca. Ya era suficiente con la votación anterior que el pueblo les dijo rechazo y punto". De ello, es tanto lo que se insiste que finalmente se han quedado sin discurso propositivo.  No han tenido tiempo para expresar proposiciones, si es que las hay. Igual que la izquierda que no dice nada. Y la prensa tampoco. En la realidad se ha establecido, en estas espontaneidades, que originan actos y formas políticas únicas e irrepetibles, que de pronto marxistas, republicanos, prensa y algún radical perdido por ahí, que nunca fallan en tales tropiezos, a fuerza de tanta rabia o confusión, establecen acuerdos. En este caso, el acuerdo es no decir nada constitucional, lográndose plenamente.       

Mientras tanto, algunos candidatos, en el esfuerzo homérico, que significa bogar en aguas ausentes, articulan algunas ideas que, "podrían establecerse en la constitución", así "podría", no hay seguridad, sobre todo en los más jóvenes que están convencidos que si salen elegidos, serán el centro de la Convención y en verdad, no tendrán tiempo de aprender lo mínimo para ser constitucionalista ya solo tendrán seis meses para todo, aprender, debatir, redactar, aprobar, rechazar, fundamentar y finalmente terminar con un documento aceptable que, al menos en una primera instancia, ruegan al altísimo, que no lo rechacen nuevamente. Dios guarde a Chile.

Mario Ríos Santander  

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