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Columnista

El día después

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

-Soy el amo de mi destino; soy el capitán de mi alma. William Ernest Henley.

Cumplido el inédito acto eleccionario con la participación de más personas de las esperadas,  que se vieron compelidas a expresar su opinión, algunas lo hicieron por primera vez, frente a la propuesta de una nueva constitución, ciudadanas y ciudadanos concurrieron masivamente a los locales de votación, hecho  que provocó aglomeraciones y algunos problemas, a pesar de lo sencillo del voto con solo dos opciones, por la gran cantidad de participantes, hecho no visto desde hace muchos años,  tanto por inexperiencia de los vocales de mesa como de quienes sufragaban por primera vez. Aun así, y a pesar de las suspicacias  de algunos frente al proceso eleccionario, lo valioso fue que muchas mujeres y hombres, asumieron su derecho y su obligación de ciudadanos y no de meros contempladores  ajenos a lo que ocurre en la vida de la sociedad de la que forman parte. Es de esperar que proceso de reflexión ciudadana expresada en la emisión y libre y consciente de su voto se concrete en un acuerdo transversal  para construir una Constitución de verdadera unidad nacional que refleje el real sentir de la población para que  en conjunto, cada uno en el lugar que vive y en  la tarea que desempeñe se comprometa en la  tarea de forjar un mejor destino para el país,  haciendo realidad  lo que sigue al proceso eleccionario para construir una mejor sociedad donde se conjugue lo que cada persona sueñe para sí mismo y los suyos con lo que, legítimamente, sueñan también  los otros.

 Habiendo hablado el pueblo, el ciudadano común y corriente, muchas veces invisible, poco considerado, es una voz potente y no vociferante que se debe escuchar atentamente en la tarea de reiniciar la construcción de una Nueva Constitución, una que  represente a todos los ciudadanos, que debe considerar los errores cometidos en el primer intento de hacerla y construirla  sin resentimientos ni descalificaciones, menos  tratando de imponer sus  convicciones por propia decisión o por decisión de otras visiones o intereses, que  mayorías circunstanciales quieren imponer. En esta oportunidad, el pueblo votó con mucha convicción, reflexión y esperanza haciendo que la democracia y el pueblo chileno triunfen de manera clara y legítima.

Ahora, más que nunca, hay que abandonar las trincheras ideológicas y aunar esfuerzos para entregar al país una Constitución unitaria, sin discriminaciones de ninguna especie, que asegure a todos dignidad y oportunidades de crecimiento y desarrollo, tranquilidad y paz, fortaleciendo  la estructura social debilitada, con una  justicia más presente y oportuna que cuente con los medios suficientes para combatir el terrorismo, la droga, la delincuencia irracional, la violencia y el robo que asolan a diario nuestro país, muchas veces cobrando vidas de personas inocentes.

Para que las declaraciones y compromisos contraídos por el gobierno, los distintos  partidos políticos y personajes de la vida pública de construir una Constitución de unidad nacional se cumplan, el pueblo chileno, es decir todos sus habitantes, unidos en sus diferencias, estará de manera consciente, atento y vigilante para que en  la Nueva Constitución la ciudadanía se sienta considerada y representada genuinamente.

Alejandro Mege Valdebenito.

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