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La Tribuna
Columnista

Nuestras circunstancias

Alejandro Mege Valdebenito.

por Alejandro Mege Valdebenito.

Yo soy yo y mi circunstancia, y si no la salvo a ella no me salvo yo. José Ortega y Gasset. 1883-1955

 Lo que cada persona resulta ser es el producto del medio, del ambiente, de las circunstancias en la que le toco nacer y vivir; la clase social que lo acunó, la familia en que creció, la educación a la que tuvo acceso, el sexo, la cultura familiar y social; el trabajo, la profesión, oficio o actividad que le ha correspondido  desempeñar, así como las oportunidades de crecimiento y desarrollo que tuvo, construyendo su vida y abriéndose paso sin otros atributos que solo los personales; cayéndose y levantándose cada vez ante cada tropiezo que su circunstancia le puso en el camino.  Todos ellos y más, constituyen el entorno, las circunstancias que condicionan lo que podamos hacer y no hacer; son los límites que ponen a la libertad individual aquellos elementos que no controlamos y que condicionan la vida y actuación de las personas pero que, aun a pesar de todo, es posible mejorar.

Así, como las personas tienen sus propias circunstancias que conducen, orientan, incluso modelan su vida en una sociedad, que los hacen más o menos libres, más o menos felices o sentirse  más o menos  parte de la sociedad en la que le ha correspondido nacer y vivir;  la Nación a la que pertenecemos y donde convivimos tiene también su propias circunstancias, aquellas que la hacen ser o no una Nación libre y soberana , cuyo sustento jurídico, ciudadano y democrático se encuentra establecido en la Constitución que la rige, definida como la ley suprema de un Estado democrático, que establece, organiza y faculta la actuación de los poderes públicos y limita el poder político; establece los derechos civiles y políticos, económicos, sociales y culturales, como también los derechos individuales y colectivos de participación, garantizando los derechos y libertades de las personas y que-implícitamente con ellos- considera el ejercicio de sus deberes en una sociedad sana regida por normas morales de comportamiento como responsabilidad de todos.

Desde de los inicios de nuestra vida republicana, después de algunos ensayos constitucionales, se han ido gestando las Constituciones que hemos tenido como Estado, culminando en el año 1833 con la Constitución que fue redactada por una Convención integrada por 36 miembros, donde 16 de ellos eran diputados y 20 ciudadanos de reconocida probidad e ilustración, que fueron electos por la Cámara de Diputados, misma instancia que ratificó el texto propuesto por la Convención que la originó.

Hoy nos encontramos a pocos días de pronunciarnos como ciudadanos sobre una Nueva Constitución cuyo objetivo es lograr la unidad nacional en mejores condiciones de igualdad   y que, al igual que las personas, vive su propia circunstancia que es especialmente compleja y controversial en un ambiente sociopolítico con posiciones personales e institucionales  que quieren establecer, por sobre otras, sus propias y exclusivas convicciones de cómo se construye y se vive en una sociedad que acoge y acepta la diversidad.

La especial, lamentable y dramática circunstancia que oscurece la convivencia y la paz en  nuestro país y que debemos salvar si queremos salvarnos como sociedad, lo constituye el flagelo del terrorismo, la lacra del narcotráfico, el temor de la delincuencia y la violencia de los robos y asaltos, el alto nivel de corrupción y tráfico de influencia; la desigualdad social, la falta de credibilidad en las autoridades políticas y administrativas, los problemas no resueltos en salud y educación, entre otras debilidades y falencias. Realidades todas éstas, que debemos reconocer y asumir, han sido el ambiente, la circunstancia, que ha servido de telón de fondo del proceso de construcción de una Nueva Constitución, cuyos errores han estado siendo reconocidos por ser evidentes y  que deben ser salvados si queremos tener una Nación con un marco Constitucional que acoja y proteja  los derechos de todos. Ello dependerá de la convicción, independencia y responsabilidad con que emitamos nuestro sufragio.

Alejandro Mege Valdebenito.

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