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Columnista

Nada está dicho, es posible que la central San Carlos siga adelante

Jorge Rivas Figueroa. Administrador Público Licenciado en Ciencias Políticas

por Jorge Rivas Figueroa. Administrador Público Licenciado en Ciencias Políticas

La central San Carlos ha desistido, ha dejado todo el proceso de tramitación ambiental estancado. Claro, las críticas al proyecto que crearía un nuevo espejo de agua en el Biobío fueron grandes, pues nadie puede permitir que en pleno siglo XXI, una empresa afecte cerca de 700 hectáreas en una región y en un caudal que ha sido fuertemente explotado por la industria de la producción de energía.

El 6 de abril, usando esta misma tribuna, advertí lo que venía y si bien la información siempre ha sido pública, fuimos nosotros los que pusimos en alerta a los medios de comunicación locales, provinciales y regionales de lo que venía. De forma silenciosa, como se acostumbra en estos casos, una empresa de Santiago (allí tiene su domicilio) buscaba instalar la séptima Central Hidroeléctrica en nuestro Biobío, pero desistió, gracias a la unión de fuerzas políticas y sociales. Desde el Gobierno Regional, pasando por comunas afectadas, hasta los grupos ambientalistas pusieron en alerta las falencias de la idea que ingresaría al Sistema Interconectado Central para aportar 154,4 MW, pero la unión fue más fuerte y hemos ganado una primera gran batalla para proteger a nuestro río madre, para proteger un recurso que comienza a escasear.

Para que nos quede claro y en este rol educativo que he decidido adoptar, entenderemos por desistir según la Real Academia Española, a la acción de apartarse de una empresa o intento empezado a ejecutar o proyectado. Dicha acción solo recae sobre determinada empresa, sin que aquello implique abandono de esa idea, que por cierto debe ser analizada con rigurosa atención a objeto de no perder nuestro norte, con este, que puede ser un gran triunfo, pero que se puede convertir en una gran derrota, si continúan las intervenciones inescrupulosas de nuestro Biobío.

Si bien esta es una gran noticia, lo cierto es que hoy debemos estar más atentos que nunca, porque así como los organismos medioambientales de Mulchén y el Gobierno Regional encontraron falencias importantes en los antecedentes presentados por San Carlos, lo cierto es que esa información sirve como insumo para que la generadora las corrija y vuelva a presentar un documento nuevo, que además sirve para partir de cero, es casi como escribir un borrador para que el profesor lo arregle y luego lo volvemos presentar con las correcciones de nuestro maestro, así hemos asegurado el siete como calificación.

A finales del Siglo XIX la llamada Revolución Industrial no solo dio paso a la explotación del hombre por el hombre, sino también a la explotación de la naturaleza por parte de la inconciencia humana y así durante todo el Siglo XX asistimos a la tala de selvas, a la intervención de los caudales (entre muchas otras) y presenciamos de forma silenciosa el mayor daño que se ha causado al planeta desde que es habitado por el ser humano, cuestión que en este primer cuarto del Siglo XXI, simplemente, no puede seguir pasando.

Lo he dicho, no se trata de ir contra la industria de la producción de energía en nuestro país, se trata de preguntar hasta qué punto queremos atentar contra el Biobío y todo lo que eso implica, desde nuestra identidad como habitantes de la región; pasando por la muerte de las pancoras (animales fundamentales que han ido desapareciendo producto de las intervenciones del mismo), hasta la escasez hídrica.

Era una inversión de U$ 420 millones que a juicio de los expertos produciría un buen trabajo en su etapa de construcción, pero eso duraría nada cuando el costo real de una empresa de este tamaño es la muerte de nuestro ecosistema y por si aún no lo ha entendido, la muerte de nosotros, pues aunque sea repetitivo, sin agua no hay vida.

El Río Biobío ha marcado la vida de cada habitante de la región, marca nuestra identidad y no es absurdo decir que en nuestra sangre corren también sus aguas, por eso lo vamos a cuidar y proteger de una industria que solo piensa en rentabilidades económicas.

Debemos estar atentos, no debemos dar por ganada nuestra postura, es nuestro deber seguir despiertos y alertas a una futura presentación de San Carlos al Sistema de Evaluación Ambiental, pues son muchos los intereses que giran en torno a ella. Mi llamado es a no bajar los brazos, cuenten con autoridades como las del Gore y nosotros, los alcaldes que sabemos debemos proteger el Biobío.

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