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Matías Cano

Alejandro Reyes Schwartz. Abogado

por Alejandro Reyes Schwartz. Abogado

Algunos días atrás, arquero de Cobreloa Matías Cano recibió un escupo en la cara, despachado por un niño de 8 años que asistía al estadio junto a su padre, y se hizo viral una queja suya ante una entrevista televisiva, donde planteaba que el fútbol chileno se está enfermando, pasan cosas todos los fines de semana, de racismo, de violencia. Esto no es normal

El fútbol chileno no está enfermando, sino que está enfermo hace bastante tiempo, y lo que cano describe son algunos de los tristes síntomas más visibles (hay otros menos visibles, pero tan cruentos como esos). Es de esperar que la enfermedad no sea mortal e incurable.

Lo fácil es apuntar a Estadio Seguro y la Ley de Violencia en los estadios, instrumentos ambos que habría que ser necios para no admitir que han estado lejos de tener el impacto deseado, pero ambos sólo se acercan al tema desde los síntomas. El problema es otro, mayor y más profundo.

Siempre se sostiene, como fenómeno sociológico, que el fútbol es un espejo donde se refleja la realidad de cada sociedad, y que actúa como catalizador de muchas de las pasiones y ansiedades acumuladas durante la semana. En consecuencia, si la sociedad no está bien, es imposible pretender que aquello no se refleje en el fútbol. Lo mismo respecto de las pasiones y ansiedades: En el ADN de los shows de deporte masivo está producir entretención en los espectadores, pero nadie es convocado a descargar su furia al Coliseo Romano, para ver morir a algún gladiador.

Nuestra sociedad está enferma. Enferma de odio, de intolerancia y de violencia, y el fútbol lo está reflejando. Cuando normalizamos la violencia. Cuando agreden a un Presidente y algunos festinan en vez de condenar. Cuando las Barras Brava son reclutadas como un actor social aceptable. Cuando un grupo de vándalos, cada viernes, se toma una plaza principal de la capital hasta que la violencia se hizo costumbre, y muchos en vez de cuestionarlos legislaron para ellos. Cuando el terrorismo es tan común, que incluso deja de ser noticioso, luego hasta es impúdico aspirar a que los asistentes al estadio no procesen esa espiral de polarización.

No se avala la violencia, los escupos, las bengalas ni ninguna estupidez de esas, pero no podemos conformarnos con que baje la fiebre, se necesita que el enfermo se sane, y para eso todos, en especial los actores político-sociales, debemos dejar de actuar como Barra-Brava.

Ayer fue Matías Cano (quien pulsó un botón de alerta), mañana puede ser usted, o nuestros hijo(a)s...

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