Opinión

¡Basta de abusos, la tierra agoniza!

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Jorge-Rivas-alcalde-de-Mulchen (1) / FUENTE:

El 12 de enero de 2010, la Presidenta Michelle Bachelet promulgó la Ley que creó el Ministerio del Medio Ambiente, el Servicio de Evaluación Ambiental (SEA), la Superintendencia del Medio Ambiente (SMA) y los tribunales ambientales, todas instituciones que comenzaron a funcionar de forma oficial en octubre de ese mismo año, ya con el Presidente Sebastián Piñera.

La imperiosa necesidad de crear un organismo que comenzara a crear políticas a largo plazo relacionadas con el cuidado del planeta fueron bien vistas, sin embargo a la fecha, más allá de los compromisos cumplidos a nivel internacional, lo cierto es que siguen faltando normativas internas que contemplen duros castigos a las personas que, sin conciencia siguen contaminando, mostrando una falta total de empatía con el futuro, con los próximos habitantes del planeta, nuestros hijos y nietos.

Como miembros de la Conferencia de Las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático (en 2021 se llamó COP26) y consecuencia como firmantes del Acuerdo de Paris, hemos sido un ejemplo al convertirnos en el primer país de América Latina en entregar la actualización de la Contribución Determinada a Nivel Nacional (NDC), camino que como Estado se inició en 2017 y que culminó en marzo de 2020, cuando se entregó al organismo multilateral el nuevo documento que pretende guiarnos hacia el control de la carbono neutralidad en 2050.

Pese a la existencia de las instituciones medioambientales nacidas en 2010, como personas naturales (ni hablar de las grandes industrias) aún estamos al debe y cuesta creer el daño que se hace a las riberas de ríos, lagos y mares y ni hablar de los problemas que han provocado los monocultivos en distintas áreas productivas, no solo en la forestal, en temas relacionados con la biodiversidad.

Con asombro he visto cómo la necesidad de producir riqueza daña mi planeta (desde el más pequeño hasta el más grande). Como ejemplo de lo anterior, pregunto: ¿Quién controla y quién sanciona la tala indiscriminada de coligües en las riberas de nuestros ríos y de árboles nativos en todos nuestros bosques? ¿Por qué no hay sanciones ejemplificadoras con las empresas, incluso las estatales, que contaminan nuestros recursos? ¿Quién se hace cargo de poner en peligro de extinción a animales como el matuasto, el monito del monte o las pancoras (todos de nuestra región?.

Si bien, en Mulchén hemos avanzado creando la Oficina de Medio Ambiente, lo cierto es que esta por sí sola carece de todo poder para controlar la contaminación.

El tema es que esta unidad es una obligación más que debemos cumplir (un deber ético de todo gobernante, que ciertamente he asumido en mis tres mandatos) una que implica gastos que debieran venir desde fuera de los municipios para ser implementados por estos y no tener que gastar de nuestros pocos recursos para ello.

En paralelo y gracias a la existencia de esta unidad, estamos trabajando en la creación de una bodega que almacenará los residuos reciclables, para lo que hemos invertido en maquinaria que nos ayudará a compactar todo lo que se pueda reutilizar, la misma que a una escala mayor pudimos visitar y conocer en Santa Juana, gracias al recibimiento de su alcaldesa, Ana Albornoz y de todo su equipo. Se trata, entonces, de trabajar mancomunados pues como lo hemos dicho antes., la suma de todas las voluntades municipales puede ayudarnos a salvar nuestro planeta.

En temporada estival y a propósito de todas las manifestaciones de la naturaleza que hemos visto, solo en el primer mes de 2022, es que se me ha vuelto fundamental hablar de la inconsciencia de quienes producen y utilizan elementos dañinos para el medio ambiente.

Es claro, en consecuencia, que debería existir una clara y contundente política y no una ambigua que permita la producción y uso interno de elementos contaminantes. Habrá que priorizar las áreas en las cuales el Estado deberá distribuir más o menos recursos y colocar fondos en temas tan sensibles como el medio ambiente, cuidado del planeta, energía, inteligencia artificial, seguridad, sustentabilidad, responsabilidad ciudadana, etc.

Al menos eso esperamos de la nueva administración del Estado, al menos eso confiamos que se hará con Gabriel Boric cuando comience su mandato presidencial, el próximo 11 de marzo.

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