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La Tribuna
Columnista

Ética en política

Alejandro Mege Valdebenito

por Alejandro Mege Valdebenito

El político debe tener: amor apasionado por su causa; ética de su responsabilidad; y mesura en sus actuaciones.

Max Weber

Si definiéramos - en un intento de simplificación del significado de ambos conceptos - a la Ética como el arte del buen vivir y a la política como el arte del bien común, comprenderíamos que constituyen una conjunción de aspiraciones de iguales fines, pues la política para ser tal, necesariamente debe ser ética. Sin embargo, la trasgresión a la ética en la actividad política aparece como una situación tan normal que inquieta solo algunos, siendo muchos más a quienes la falta de ética en las actividades políticas les tiene sin cuidado, especialmente cuando su actuación en las políticas públicas les produce algún tipo de beneficio no importando qué es lo que se vulnera y qué daño se produce. Si bien existen personas que reniegan de la política y los políticos, todo ciudadano, por el solo hecho de serlo, quiéralo o no, es poseedor de una dimensión política desde el momento que vive y se relaciona con los demás, más aún si le preocupa el bienestar, el progreso y desarrollo de la comunidad y del país en que vive.  Los griegos consideraban que era un sinsentido la existencia de la política sin connotación ética. Nosotros, tal como están las cosas pensamos y actuamos todo lo contrario.

El fin que tienen, tanto la ética como la política es la construcción de una comunidad cohesionada y solidaria que esté comprometida con el bien común que garantice los derechos y estabilidad que son necesarios para que los ciudadanos construyan sus proyectos de vida en un ambiente  de libertad y dignidad y en condiciones de igualdad.

Sin embargo el clima social se ha visto enrarecido por actuaciones que hacen de la ética una materia desconocida que no está en condiciones de poner límites al actuar individual y colectivo que se convierte en un modelo que se generaliza peligrosamente, más cuando las actuaciones de los referentes políticos desbordan los límites precarios de un comportamiento ético que cada día se diluye más, al mismo tiempo que los intereses personales aumentan y el bien común deja de ser prioridad. En este ambiente falto de una ética mínima, la descalificación personal, la provocación, la difusión de informaciones falsas, la discriminación y la intolerancia son elementos que solo provocan divisiones, incluso odio y dolor, son un tema de cada día hecho  que llevó a un grupo de 103  personas de relevante vida pública, de diversas sensibilidades políticas y sociales, a emitir una declaración de Respeto, diálogo y paz donde hacen un llamado a cuidar la democracia y en especial, debemos cuidar a Chile. Nos comprometemos -expresan-a evitar toda violencia, sea en el espacio físico y también virtual, y a promover así en cada uno de nuestros entornos una cultura del diálogo y la paz. Llamado que, nos parece, debiera tener el más grande de los ecos en todas las personas y en todas las instituciones.

Impregnar de ética a la política, que debe serle consustancial, es una tarea formativa que debe iniciarse en el seno de la familia y continuar, sin claudicar, en el sistema escolar de todos los niveles, sistema educativo que no debe renunciar al rol que le corresponde en la formación del ciudadano que la sociedad requiere y el Consejo de Curso es una buena oportunidad de realizar formación ciudadana desde los niveles más bajos del sistema escolar por cuanto esa formación conlleva al comportamiento ético de la política lo que conduce al bienestar de la sociedad, desarma la violencia, evita la polarización y contribuye a la justicia, junto con establecer la armonía, el orden, el equilibrio y la paz social.

Revestir de ética la política en todas sus frentes y dimensiones es el desafío que debe asumir las nuevas autoridades, pero no solo ellas, sino que todas las personas e instituciones donde se requiere un cambio de actitud más tolerante y más respetuosa en todas sus interrelaciones que supere las divisiones de todo tipo y que fomenta la incertidumbre que vive la población de alcanzar un mejor futuro.

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