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Columnista

Ahora, ¿y quién tuvo la culpa?

Mario Ríos Santander

por Mario Ríos Santander

Algunos meses atrás, arreciaban las declaraciones de dos edificios que se miran entre tilos casi ausentes, cementos pintados, lavadero de autos, viejos acurrucados en la última sombra que va quedando. Uno, recién reparado, el municipio y el otro, viviendo la antigüedad de más de medio siglo, igual que sus congéneres ubicados en la esquina de Mendoza con Lautaro, nunca pintados, nunca limpiados, nunca nada, horrible. Edificios que dependen de la delegación presidencial (DP), una suerte de extensión habitacional (¿?).

Las declaraciones eran una cuestión de oportunidades. Al alcalde se le había ocurrido que debían llegar los aviones. Habló con un diputado de derecha, (imaginó que las empresas aéreas pintaban más derechistas que radicales), y logró la ansiada reunión con un gerente de empresa aérea. Fotos para La Tribuna, radios avispadas informando, alboroto ciudadano. En realidad, todo bien. Sin embargo, había un gobernador de por medio que se puso nervioso. Semanas antes le habían hecho ver que él gobernaba una provincia espectacular. Que era como si le entregaran al Colo Colo, pero él seguía preocupado del Tricolor de Paine, en fin, otras observaciones. Ahora, se le escapaba María Dolores.

Y comenzó la batalla.

Todos se pusieron nerviosos. El alcalde con el diputado en cuestión, corrían solos. Sin embargo al gobernador, le bastó un llamado al intendente y cosa solucionada. Consiguió mil millones de pesos y con eso reparar los cabezales y edificio. El AB 320 era el material previsto para Los Ángeles. Ciento sesenta pasajeros (mucho?). Empataron uno a uno. La empresa aérea miraba en silencio la batalla de Los Ángeles. Con una velocidad abismante, (venían las elecciones pertinentes), se llama a propuesta y comienzan los trabajos en María Dolores. Queda todo terminado. Concurre una diminuta delegación, (fotógrafo incluido) a recibir las obras. El alcalde, se pica, porque no lo invitaron. Nuevas declaraciones, (los concejales, seguían en silencio), surgen editoriales, ya se ve el avión descendiendo. Nuevo alboroto.

Y el avión no llegó. ¿La pandemia? esta cuestión con nombre de mujer criolla, debía cargar con todas las dificultades. Sin embargo, el resto del país comenzó a operar. ¿Y María Dolores? misterio.

Los dos edificios están en silencio. Ni concejales municipales ni menos asesores gubernamentales, recuerdan la batalla de Los Ángeles, ni nada de los mil millones invertidos (o gastados). Nadie le pide audiencia al gerente aéreo. ¿Es que no sirvió de nada, nada?.

Bueno, algo sirvió. El edificio pareciera que quedó bien, aunque echaron para afuera un incipiente Club Aéreo con su Escuela de Pilotos que lo cuidaba. Pero los cabezales (...).

Una observación, suponemos de Air Bus, echó por tierra todo: Nuestros aviones no concurrirán al Aeródromo María Dolores, hasta que no se amplíe su pista en 400 metros mas. Punto.

Lo sabrá el alcalde?, el delegado presidencial? otro misterio.

Nos preguntamos, ¿Quién tuvo la culpa? esperamos que conversen y no seamos testigos de otro debate más. Sería inútil. Puede ser la oportunidad para que los concejales opinen algo.

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