El suicidio es una de las problemáticas de salud mental en torno a la cual existe una mayor presencia de mitos y tabúes. Este hecho, a su vez, genera un escenario donde el bienestar de las personas puede verse mermado por la desinformación y el desconocimiento.
Datos de la Organización Mundial de la Salud (OMS, 2021) estiman que, alrededor de 700.000 personas, fallecen anualmente a causa del suicidio, mucho más que los decesos producidos por cáncer de mama o incluso por guerras. Esto es de suma preocupación considerando, además, los efectos provocados por la contingencia socio sanitaria a raíz de la pandemia por Covid 19: pérdida de fuentes laborales y dificultades socioeconómicas, las medidas de distanciamiento social y prolongadas cuarentenas que han acrecentado los cuadros de estrés, pánico y ansiedad, propiciando así un escenario complejo para la configuración de ideas suicidas.
En Chile, esta situación no es ajena y se replica con la misma intensidad, por tanto, resulta necesario estar alerta ante algunas señales que pudiesen aparecer en nuestros seres queridos o entorno: deseos y búsqueda de formas para herirse, matarse, o amenazar con hacerlo; sentimientos de agresividad, desgano o desesperanza; o sentir ser una carga para amigos o familia, alejándose de ellos.
También se debe prestar atención al mayor uso de alcohol, tabaco o drogas; alteraciones significativas en el sueño: dormir demasiado o muy poco; regalar posesiones preciadas, despedirse de los seres queridos o hablar como que ya no se estará más presente; sentirse atrapado(a), bloqueado(a) o sufrir un dolor que no se puede soportar junto a pensamientos y amenazas de suicidio.
Si identifica alguna de estas señales es importante recurrir a algún centro de salud en etapas tempranas o a algún servicio de urgencias en caso de presenciar un intento de suicidio junto a la persona afectada. En caso de presentar interrogantes o de necesitar orientación sobre la temática, existe el fono Salud Responde 600 360 7777, opción 1, para estos fines.