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Columnista

Otro error: la estandarización de la Educación Especial

Jorge Rivas Figueroa Alcalde de Mulchén Vicepresidente ARMBB

por Jorge Rivas Figueroa Alcalde de Mulchén Vicepresidente ARMBB

Estamos a seis meses de un cambio de gobierno, los chilenos tendremos que elegir a un nuevo/a Presidente/a en las elecciones generales de noviembre. También escogeremos a diputados, consejeros regionales y en nuestra región a senadores.

Desde octubre de 2018 hasta hoy, nos hemos visto enfrentados a un Estallido Social y a una Pandemia. Ambas implicaron las restricciones de nuestras libertades y con ello, el desvío de las preocupaciones del mundo político, de un tema tan trascendental como la educación de nuestros niños/as, hacia su necesidad de ser elegidos o reelegidos.

Los últimos 6 meses del Presidente, Sebastián Piñera serán sin oposición, pues el Parlamento completo estará preocupado de su reelección.

Mientras ello ocurra, proyectos como la Reforma al Código Sanitario (comentado en mi columna del 25 de agosto: Presidente, la salud y la educación no son negocio) impulsado por La Moneda pasarán desapercibidos y lo mismo ocurrirá con todos los establecimientos educacionales que han debido poner candado a sus puertas desde 2018 en adelante, pero la cosa es peor, porque se avizora en el horizonte la posibilidad real del cierre de Escuelas Especiales, basado en el Decreto (83/2015).

Las agrupaciones nacionales relacionadas a la educación de niños y niñas con Necesidades Educativas Especiales Permanentes (NEEP) han advertido sobre los problemas que traerá la idea de la inclusión, pues consideraría la muerte de las escuelas especiales en pos de una integración, que si bien persigue como objetivo la anhelada igualdad, pone en riesgo el crecimiento de los niños y niñas que simplemente no podrán estar en salas con sus compañeros, pues sabido es que necesitan una educación igual o mejor, pero a otros ritmos.

La discusión, a la que he decidido sumarme cobra relevancia, pues la experiencia de nuestra Escuela Especial Solidaridad da cuenta de personas que han sido educadas de acuerdo a lo consagrado en el Capítulo III, Artículo 19, N°10 inciso 1 de nuestra Constitución, donde se indica que La educación tiene por objeto el pleno desarrollo de la persona en las distintas etapas de su vida.

En consecuencia, la inclusión tiene un objetivo maravilloso, pero olvida los problemas que podría generar si un niño/a con NEEP no se adapta y si eso ocurre ¿la o lo condonaremos a vivir sin educación?

Al analizar nuestra CPE llego al artículo 11 del capítulo antes mencionado, me pregunto si la posibilidad de cierre de estos establecimientos no choca con el inciso 1 donde se detalla que la libertad de enseñanza incluye el derecho de abrir, organizar y mantener establecimientos educacionales, sin incluir la palabra cerrar.

Antes de concluir y ya explicado lo que podría pasar, quiero detenerme un momento en las preocupaciones del mundo ligado a la educación especial, que aduce básicamente que todas las decisiones tomadas por el Ministerio de Educación en esta materia carecen de realismo, pues se han tomado en escritorios y reuniones donde no se ha considerado a los expertos ni la experiencia de quienes han dedicado la vida es nuestros niños y niñas con NEEP y lo que es peor, como gobierno han tomado el nombre de nuestro Estado para decidir en cuatro paredes lo que es mejor para ellos y ellas, sin saber ni siquiera quiénes son.

No se trata de oponerse a la educación inclusiva, se trata de hacerla a partir de un diálogo concreto de quienes sí sabemos de qué se trata y la importancia que tienen las Escuelas Especiales.

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