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Columnista

Vida o muerte, el debate de la educación en medio de la pandemia

Jorge Rivas Figueroa, Alcalde de Mulchén

por Jorge Rivas Figueroa, Alcalde de Mulchén

El arte de la seducción en la política es tan antiguo como la política misma, vista ciertamente como otra forma de arte, una destinada a la unión de los criterios para alcanzar un objetivo común, conocido por todos como el Bien Común.

Si el ministro de Educación, Raúl Figueroa, entendiera que es parte de un  gobierno elegido democráticamente y cuyo Presidente, tal como él, juró proteger a los chilenos respetando la Constitución Política del Estado, la historia sería otra y no habría amenazas que afectan directamente a nuestros niños.

Discutir sobre el Bien Común en medio de una pandemia parece no ser difícil, pues la gran mayoría de las inteligencias humanas están dedicadas a detener el avance asesino del coronavirus.

Desde que asumió como el segundo titular de Educación en este gobierno de Sebastián Piñera, nuestro ministro ha actuado como el brazo comercial de políticas que han mercantilizado todo el sistema educativo en los últimos 30 años de la historia política de Chile, dando cuenta de una terca idea de regresar a clases presenciales, pese a todos los errores que ha cometido el Ejecutivo en el manejo de la crisis sanitaria y que hoy nos tiene ad portas de un tercer rebrote.

Como municipio hemos conversado una y otra vez con todos los actores de la educación en Mulchén, y cuando decimos todos es porque debatimos, dialogamos y discutimos con padres, apoderados, profesores, asistentes de la educación y, por cierto, nuestros alumnos y alumnas, y en todos estos diálogos, la principal preocupación es que no existen las condiciones sanitarias en el país para volver a las clases presenciales.

Nuestras conversaciones con los vecinos dan cuenta de la superioridad del Bien Común sobre el derecho constitucional de la educación, lo que no implica que no seamos conscientes de la necesidad de reestructurar el modelo educativo cuando debamos volver a la normalidad.

Castigar con el fin de las subvenciones a todas las municipalidades que no vuelvan a clases presenciales en julio es una forma de autoritarismo ancestral y da cuenta de una inmadurez política solo observable en aquellos que consideran que el dinero es más importante que la vida y que la educación misma.

Si la amenaza del ministro Raúl Figueroa se hiciera real, la crisis educacional sería aún más terrible porque se traduciría en una fuga masiva de profesores al sector privado y claramente obligaría a cerrar todos los establecimientos educacionales de cada comuna con educación municipalizada, lo que también implicaría desempleo y la muerte de todas las direcciones de educación.

Mulchén sigue en fase 1 desde el 18 de marzo y no tenemos pensado obligar a nuestros alumnos y alumnas a volver a clases, ni menos suspender sus beneficios (como el alimento) bajo amenazas, como parece definirse desde el ministerio.

Nuestro norte, además de las clases, es ver cómo enfrentaremos el regreso de nuestros estudiantes y como nos pondremos al día en la entrega de los conocimientos, pero también está en este mismo norte contenerlos a ellos y a sus padres y apoderados porque con el fin de la pandemia, el mundo vivirá una nueva etapa en la historia de la humanidad.

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