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Columnista

Esperanza

Luis Rozas Mardones, Psicólogo

por Luis Rozas Mardones, Psicólogo

(Una reflexión orientada a sentir y vivir de mejor forma nuestros días)

Cuando pensamos en la esperanza, nos estamos enfocando en un estado de ánimo optimista, enfocado en aquello que aspiramos o deseamos, siendo precisamente ello el motor de la motivación, y este último concepto es el corazón de la actitud.

Cuando vemos todo gris, cuando las cosas no salen como quisiéramos, cuando fracasamos, cuando se va de nuestras manos un ser querido, en fin..., cuando el desaliento es nuestra forma de enfrentar la vida, el enfocarnos en cosas positivas o tener fe en lo que vendrá es, precisamente, la semilla de la esperanza, que puede cambiar el día y la vida entregándonos la suficiente confianza para lograrlo.

Es indudable, entonces, que los conceptos de esperanza y motivación -íntimamente ligados- son poderosos para mantener la estabilidad espiritual y, por supuesto, nos permitirán, más allá de las siempre existentes adversidades, tener una mentalidad positiva u optimista a partir de la cual, lograr nuestros fines puede hacerse más placentero, y el dolor o la frustración, más llevaderos.

Entonces, es aquí precisamente donde caemos en nuestra opción personal del día a día: ¿Cómo queremos vivir este día? Podemos dejarnos llevar por las adversidades o tragedias, caer en un vacío sin final y ver cómo pasa el tiempo desde abajo, con poco ánimo. Pero esto solo dejaría ver que estamos dejando que nuestro entorno nos domine, sin dar la pelea y sin albergar la esperanza.

Si mantenemos intencionadamente este estado de ánimo positivo, de nuestro lado podemos escoger nuestra actitud, es decir, elegir cómo queremos enfrentar la adversidad o los problemas, siendo dueños de nuestras emociones y reacciones. Cuando lo hacemos, podemos enfrentar el día desde arriba, con mente y actitud positivas, motivados y precisamente gracias a la esperanza de que lo bueno vendrá.

De esta forma, ante una realidad que a veces visualizamos como amenazante, con logros que parecen imposibles, con problemas que parecieran no tener solución, les propongo sembrar en ustedes la semilla de la esperanza, ver lo bueno, vivir en el amor y enfrentar esos fantasmas del medio exterior con motivación, con esa fuerza interior que sin duda nos impulsa y nos llevará a ser felices, un día a la vez. Entonces, no importa el problema, sí importa la solución que le damos a él. ¡Mis fieles y queridos lectores, que tengan un maravilloso día, veamos la vida con fe y esperanza, cosas buenas vienen en camino!

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