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Columnista

El día después

Felipe Harboe, Senador de la República

por Felipe Harboe, Senador de la República

Los grandes procesos políticos mundiales han sido consecuencia de movimientos sociales, ciudadanos o de trabajadores y es la política (y los políticos) quien los han encausado institucionalmente. Y cuando no lo han hecho, han devenido en revueltas, revoluciones o guerras civiles.

Lo cierto es que, en el caso de Chile, la creciente molestia social expresada con mayor nitidez a partir de octubre de 2019 a través de manifestaciones pacíficas demandaba ser encauzada para que derivara en una salida institucional a la crisis de nuestra democracia. Algunos lo llamaron estallido social, pero hay que reconocer que también fue un estallido político, contra el sistema, las formas y el permanente bloqueo a las reformas necesarias para mejorar las condiciones de vida. Así las cosas, tanto el movimiento social de 18/O como el acuerdo político del 15/N permitieron lo que vimos ayer, un plebiscito ejemplar con masiva participación y celebraciones pacíficas.

A partir de lo ocurrido, hay muchas preguntas en el ambiente: La primera es ¿cómo se satisfacen las expectativas ciudadanas? Cuando casi 8 de cada 10 votantes respaldan el cambio a la Constitución, la tarea no será fácil. En el triunfo del Apruebo hay muchas esperanzas de que las cosas cambien para bien: desde las condiciones económicas, la equidad en oportunidades, el reconocimiento a nuestra diversidad, en fin, cientos, sino miles de sueños particulares que se resumen en el concepto de dignidad que se ha levantado con fuerza y quienes ejerzan la función constituyente, deberán ser capaces de aterrizar ese concepto al articulado del nuevo pacto social.

Una segunda es ¿cómo seguimos ahora? A mi entender, este es un menú de dos tiempos: Lo primero y urgente, es que la política tenga la capacidad de ponerse de acuerdo en 2 o 3 temas claves que no pueden esperar a la nueva Constitución. Mejoramiento de las pensiones, de las prestaciones de salud y recuperación económica y empleo. Por ello es clave que el gobierno reordene su agenda y priorice estos tres puntos para hacer frente a lo expresado en el resultado del plebiscito y que la oposición comprenda la urgencia de llegar a acuerdo. El segundo tiempo estará marcado por la necesidad que los partidos políticos, gremios, organizaciones territoriales y ciudadanos independientes comiencen a elaborar discusiones de contenidos para la nueva Constitución. Es fundamental iniciar conversaciones sobre los temas que deberían abordarse en el nuevo pacto social. Descentralización, pluriculturalidad, régimen político, libertades, derechos y garantías, acciones constitucionales. En fin, son múltiples y complejos los temas que un texto constitucional debe abordar de cara a ser el nuevo pacto social del Chile del siglo 21.

Seremos el primer país del mundo en redactar una Constitución con paridad, ahora el desafío -entre otros- será consagrar que Chile debe ser un Estado unitario, descentralizado, que tenga una mejor distribución territorial del poder que permita consagrar los recursos para resolver problemas en cada uno de los territorios y mejorar la calidad de vida de las familias de nuestro país.

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