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Columnista

La calidad en educación

Alejandro Mege Valdebenito

por Alejandro Mege Valdebenito

La buena educación es como el perfume de las rosas, se percibe desde lejos

u2014Ignacio M. Altamirano

Por ser polisémico, el concepto calidad, en cuanto ser una propiedad inherente a cualquier cosa que permita ser valorada en comparación a otra de su misma especie, puede ser interpretada de diferente maneras según sean las características o  atributos que se comparen; sin embargo, definir lo que es calidad en educación constituye una tarea más difícil a la que muchos se niegan a realizar por cuanto no logran incorporar en pocas palabras el amplio abanico de términos que forman parte del proceso educativo, donde diferentes miembros de la comunidad, padres, profesores y directivos de los sistemas educativos, al definir calidad educativa, incluyen un conjunto variado de expresiones que interpreten sus experiencias y visiones personales asociadas al contexto en que ejercen sus actividades.

Frente a esta dificultad, se pretende reunir en un solo concepto la compleja y rica variedad de atributos que encierra la definición de calidad en educación, utilizando el concepto de integral. Sin embargo, educación integral puede decir mucho para quienes tienen participación activa en el proceso o decir poco o nada para otros.

Dicho esto, no corresponde afirmar que una educación es de calidad solo porque los alumnos obtienen buenas notas en su colegio, un alto puntaje en el Simce o la PSU, y por esos resultados cuantitativos tener acceso a la educación superior. Apreciarlo solo desde esa perspectiva, lo que se está definiendo es instrucción, más no educación. Una persona puede ser instruida, pero no necesariamente educada. Los ejemplos abundan en nuestra sociedad, como nos informan a diario los medios de comunicación de personas con altas responsabilidades públicas y privadas, que se supone recibieron una educación de calidad, y que engañan, cometen fraudes y atentan contra la probidad y la fe pública.

La instrucción es solo un componente de la educación y su finalidad es capacitar al individuo para cumplir un determinado tipo de trabajo, en cambio, el concepto de educación encierra una constelación de atributos que van desde la apropiación de conocimientos, el desarrollo de habilidades y destrezas, hasta la adquisición de valores que se reflejan en actitudes positivas.

Una educación de calidad lleva en su seno el mensaje y la intención de forjar personas honestas, criteriosas, constructivas, tolerantes, respetuosas, solidarias, de pensar autónomo, con conciencia ciudadana y cuyas actuaciones sean  responsables y éticas.

Si bien nuestra Carta Fundamental establece el derecho a la educación, cuyo objeto es el pleno desarrollo de las personas en las distintas etapas de la vida (Art. 19°, N° 10) y reconoce a los padres el derecho y el deber de educar a sus hijos, correspondiendo al Estado la especial protección a ese derecho, es la Ley General de Educación (Art. 2°) la que define con mayor precisión y claridad  lo que debería ser considerado como calidad en educación cuando establece: La educación es el proceso de aprendizaje permanente que abarca las distintas etapas de la vida de las personas y que tiene como finalidad alcanzar su desarrollo espiritual, ético, moral, afectivo, intelectual, artístico u físico, mediante la transmisión y el cultivo de valores, conocimientos y destrezas. Se enmarca en el respeto y valoración de los derechos humanos y de las libertades fundamentales, de la diversidad cultural y de la paz, y de nuestra identidad nacional, capacitando a las personas para conducir su vida en forma plena para convivir y participar en forma responsable, tolerante, solidaria, democrática y activa en la comunidad, y para trabajar y contribuir al desarrollo del país.

Bien vale preguntarse, entonces: ¿Qué atributos del comportamiento humano insertos en esta definición de calidad educativa han logrado incorporarse en el ser de los alumnos de nuestro sistema educativo? La respuesta la tiene cada uno según su personal definición de calidad. Sin embargo, esta materia debería estar considerada en la Constitución que se debate y en las leyes que se deriven, puesto que definir con claridad lo que se entiende por educación de calidad no es suficiente si no se establecen las condiciones y los medios para lograrlo.

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