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Trazabilidad y tecnología ante la pandemia

Rodrigo Serrano, vicepresidente corporativo de Desarrollo e Innovación en Wisetrack Corp

por Rodrigo Serrano, vicepresidente corporativo de Desarrollo e Innovación en Wisetrack Corp

En todo el mundo se está hablando del Covid-19 que ha tomado a todos los países por sorpresa y de la importancia de la trazabilidad o la capacidad de seguir el rastro de la cadena de contagios, teniendo registro de quienes han tenido contacto con una persona diagnosticada como positiva a la enfermedad, pues mientras antes se logre identificar, testear y aislar a esas personas, menos probabilidades de contagio habrá.

Para lo anterior es importante tener en cuenta el índice básico de reproducción, o factor R0, que tiene relación con la cantidad de personas, en promedio, a las que se podría infectar. En el caso del Coronavirus esta cifra está entre 3 y 5 dependiendo del país, un nivel alto para una enfermedad que puede ser mortal. Por lo tanto es fundamental para las autoridades sanitarias lograr no solo calcular la propagación del virus sino poder diagnosticar y aislar inmediatamente, en caso positivo, a la mayor cantidad de posibles infectados pues de lo contrario la enfermedad se propagará demasiado rápido, como ha sucedido en ciudades como Sao Paulo, New York, Los Ángeles o nuestra querida Santiago.

A primera vista todo parece evidente, pero llevar a la práctica la trazabilidad por métodos tradicionales o manuales como cuestionarios, preguntas telefónicas o registros en papel, cubren un porcentaje mínimo del espectro real de personas que tuvieron contacto con el infectado, a menos que la persona realmente haya cumplido una cuarentena total, siempre habrá posibilidades de contactos indirectos que podrían haberla infectado. Ante esta realidad y en un mundo hiperconectado, surge la opción obvia de aprovechar la tecnología móvil para generar un seguimiento automático, sin intervención del usuario por medio de un smartphone que tiene la ventaja de acompañarnos a donde vayamos, que cuenta con herramientas como GPS, Bluetooth, Wifi, sensores de movimiento y todo lo necesario para saber cuándo, dónde y con quién estuvimos.

Ahora bien, el problema surge cuando las personas no quieren ser trazadas y las medidas de restricción para proteger la privacidad obstaculizan el trabajo de las aplicaciones con GPS, o que los datos sólo sean guardados localmente o que cada uno decida si envía los datos de contagio, o que a los 21 días se borran automáticamente los registros o, la quizás más ineficiente: que el usuario pueda apagar el rastreo cuando lo decida, alterando la utilidad del registro.

Sin ánimo de defender la entrega de nuestros datos a diestra y siniestra, pero con el fin de detener la propagación de la pandemia y todos sus efectos negativos en la salud y en la economía, pienso que, por lo menos a nivel de relaciones e interacciones laborales debemos estar dispuestos a permitir y generar una trazabilidad lo más completa y efectiva posible, en pro del bien común y de la salud y estabilidad económica de nuestras familias, beneficios que compensan con creces el perder algo de esa quizás, sobrevalorada y muchas veces irreal, privacidad individual.

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