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La Tribuna
Columnista

*Apego a la vida*

Coronel Luis Rozas Mardones, Prefecto de Carabineros de Bío Bío

por Coronel Luis Rozas Mardones, Prefecto de Carabineros de Bío Bío

En una sala cualquiera de hospital, se libra una batalla silenciosa e intensa, con una lucha de escasas fuerzas y mucho empeño por mantener la vida, que escurridiza se aferra para buscar los destellos del sol que dan paso a un nuevo día y a una nueva esperanza de mantenerse entre nosotros. Esa gran guerra es diaria y mundial, donde lo único que se quiere es un día más, un segundo más, una oportunidad más.

Luego de la reflexión anterior, entonces cómo explicarme que sigan ocurriendo carreras clandestinas, donde el copiloto es la muerte, que del mismo modo toma palco entre la muchedumbre, viendo como seres vivos,  reniegan de la vida arriesgándola con una mala maniobra, con una falla mecánica, con problemas en el pavimento, o simplemente con la soberbia de ver la vida propia y ajena, como un bien inagotable.

Siguen sucediendo también las fiestas ilegales. Son la penosa noticia que llena titulares y que tristemente hace ver lo peor de nuestra sociedad, el reinado de los inmortales (o que creen serlo), buscando el placer individual y no cuidando la salud pública.

También es fácil encontrarse con cuarentenas no respetadas, que ven a la persona COVID-19 positivo, caminando tranquilo por las calles, esparciendo muerte y promesas mortales que seguramente se cumplirán, ensombreciendo con pesimismo el horizonte, dejando una huella de dolor, que se podría evitar, simplemente con respeto y cuidado.

¿Será acaso que en lo prohibido está el secreto de la vida eterna? Si basta con ojear la prensa y los medios para encontrar múltiples recomendaciones o campañas, diciendo más o menos lo mismo, autocuidado, quédese en casa, prevenga el Covid-19, pero.... nuevamente la ignorancia y la soberbia de quien no valora la vida aparece, buscando enceguecidamente la muerte propia y ajena.

 Un sentimiento de tristeza y dolor me provoca ver como fallece tanto inocente, escenas a las que el Coronavirus nos está acostumbrando, pero que podrían ser prevenidas por todos, si cada uno hiciera lo que pueda o deba y no desligara su responsabilidad en un tercero, apagando para siempre la luz de quien aún no debiera partir y que de manera privada y silenciosa, libra una digna lucha por la vida.

Pero no todo está perdido, ya que en el cántico mortal rumbo al firmamento, los pasos del enfermo moribundo siempre podrán ver a su alrededor como florece la hierba, como brota el árbol, como cantan las aves y con dulzura sentir el suave susurro del agua abriéndose paso... es simple ver como la sabia naturaleza en cada nuevo amanecer, nos da una gran lección, venciendo  a la muerte, renaciendo desde la oscuridad y logrando algo tan simple, pero tan poco valorado, como es la voluntad de supervivencia y el aferrarse a la esperanza de la razón.

Cuídese, en tiempo de pandemia, protejámonos nosotros y a nuestra gente, seamos solidarios con quienes más necesitan y desean una oportunidad para permanecer vivos.

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