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Columnista

La otra crisis sanitaria

Cristóbal Tello, director Laboratorio de Innovación Pública UC

por Cristóbal Tello, director Laboratorio de Innovación Pública UC

La crisis del Covid-19 ha suspendido buena parte de nuestra rutina y vida diaria. Algunas actividades pueden esperar, pero hay otras, como las relacionadas con la salud de las personas, que no pueden ser aplazadas indefinidamente. Desde mediados de marzo, se han suspendido controles, consultas e intervenciones quirúrgicas que no eran esenciales. Esto no sólo ha sucedido en Chile, en el sector público y privado, sino que en muchos países que han debido concentrar sus recursos y esfuerzos en prevenir y tratar los contagios de Covid-19.

Algunas de estas prestaciones pueden ser postergadas, pero en muchos casos no pueden seguir demorándose mucho tiempo más. Hay personas con enfermedades crónicas que requieren retomar sus controles, otras que necesitan completar su proceso diagnóstico y algunas que necesitan ser operadas prontamente.

En muchos países se ha encendido la alarma por el riesgo de un aumento de las muertes no-covid, es decir, por los fallecimientos producidos directa o indirectamente por la falta o el retraso en la atención y cuidado de personas afectadas por otras enfermedades. En Chile, el impacto que ha producido la pandemia en los pacientes no-covid es enorme. De acuerdo a El Mercurio, en el último mes se han suspendido 40 mil cirugías sólo en el sector público. Ello es equivalente a casi el 10% de todas las cirugías electivas que se realizaron en hospitales públicos el año pasado. Y aunque no hay cifras oficiales todavía, una situación similar es esperable respecto de suspensiones de consultas con especialistas, exámenes y otras intervenciones.

En el caso del sector público de salud, estas suspensiones empeoran una situación sanitaria que ya era extremadamente grave. De acuerdo al MINSAL, en diciembre 2019 habían más de 1,6 millones de personas esperando por una consulta con un especialista (con 376 días promedio de espera), y más de 258 mil personas esperando por una cirugía (329 días promedio de espera). Un estudio del Laboratorio de Innovación Pública UC, muestra que la experiencia de espera en el ámbito público se caracteriza, entre otros aspectos, por la falta de información adecuada que los pacientes tienen sobre su diagnóstico y sobre el proceso de atención (no saben cuánto deben esperar, por qué deben esperar ni en que parte del proceso se encuentran), el escaso contacto con el personal médico y no médico y la inexistencia de un monitoreo de su estado de salud durante la espera. La suspensión de consultas, exámenes y cirugías y el cierre parcial de los establecimientos públicos de salud sólo hará esta espera más larga, más desinformada y con una percepción de mayor lejanía y despreocupación por el estado de cada paciente.

No obstante, esta crisis sanitaria ofrece una gigantesca oportunidad para el sector público para contactar, informar y, en algunos casos, atender a este inmenso grupo de pacientes en listas de espera. El establecimiento de turnos de atención presencial en los establecimientos de salud genera tiempo disponible de los profesionales de la salud para desarrollar acciones de telemedicina desde sus hogares. Y la disponibilidad de canales de contacto (teléfono, whatsapp, Skype, Zoom u otras plataformas) permiten el contacto remoto con estos pacientes.

Es posible impulsar, en todo el país, iniciativas para contactar gradualmente a esta inmensa cantidad de pacientes con el fin de monitorear su estado de salud, permitiendo identificar a quienes requieren una atención prioritaria, e informarles el proceso de atención que se seguirá en su caso, desincentivando que estos pacientes colapsen los establecimientos de salud, requiriendo atención e información, una vez que perciban una mayor normalidad en el país.

En forma complementaria, pueden incrementarse las atenciones de telemedicina dirigidas los pacientes prioritarios. Las experiencias previas de telemedicina, desarrolladas en el país, muestran las amplias posibilidades de atención remota factibles de implementar en los distintos niveles de atención de nuestro sistema de salud.

Si la salud pública aprovecha esta crisis sanitaria para acercarse a los pacientes inscritos en listas de espera, estableciendo canales remotos de información, monitoreo, priorización y atención, podrá no sólo brindar hoy un valioso cuidado a estas personas, sino que además dejar procesos y capacidades instaladas para mantener un modelo permanente de acompañamiento de estos pacientes, mejorando significativamente su experiencia y oportunidad de atención.

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