Opinión

¿Y qué se viene ahora&?

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En este acontecer social en el cual estamos, no es fácil definir qué queremos, qué necesitamos, qué buscamos como sociedad. Las necesidades son progresivas y en muchos casos infinitas.

El discurso común es que nada será como antes y ya hay quienes han tomado más conciencia de la necesidad de replantearnos como estructura, actualizando nuestra identidad cultural. Se hace necesario definir ¿qué tipo de sociedad necesitamos? ¿Somos consumidores, clientes, pacientes o víctimas del sistema que juntos hemos construido? ¿Qué modelo económico sería justo de implementar o al menos acercarnos? ¿qué tenemos en común, qué aspiramos ser o tener?

Hoy es necesario generar procesos de toma de conciencia respecto a los derroteros hacia dónde queremos ir, qué tipo de sociedad queremos construir y qué rol nos toca asumir frente a este nuevo modelo social que se ha comenzado a levantar. Sí existe consenso en que una sociedad con pocas personas -y con muchos privilegios- molesta, que los beneficios deben llegar a todos y que el sentido de justicia y equidad debiese primar en nuestras autoridades, al momento de legislar y formular políticas públicas en donde los beneficiarios estén bien focalizados y los recursos sean bien distribuidos.

Ahora cobran sentido los derechos cívicos poco ejercidos, como el derecho y deber de votar y decidir qué personas quiero que me representen, que representen mis creencias, que sean verdaderos servidores públicos, que estén conectados con un mundo real con dolores y carencias que nos humanizan, con rostros de mujeres, ancianos y niños.

Estas nuevas generaciones deberán atender al llamado a participar activamente, porque atrás quedó la letanía de una generación que estaba resignada a sentir que nada podía cambiar, que el sistema funcionaba a pesar de todos.

¿Cuál es entonces el rol que nos corresponde desempeñar de manera inmediata?

Obligados estamos a informarnos y el interés se manifiesta en datos concretos. Las consultas por ejemplo on line de la Constitución han subido en más de un 800%, esto ya es un indicador alentador del interés que ha despertado en la sociedad civil, el informarse y de esa manera participar activa y conscientemente de las decisiones que afectarán. El voto obligatorio toma más sentido para definir que la participación sea concreta, real y representativa. El padrón electoral deberá necesariamente ampliarse y las generaciones más jóvenes están llamadas a ser protagonistas y no meros espectadores de un cambio que nos remeció y conmovió profundamente, pero también nos renueva con la esperanza y convicción de que debemos evolucionar hacia un modelo de sociedad más justo y equitativo.

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