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Columnista

Se necesitan maestros

La Tribuna

por La Tribuna

En agosto de 2011, Felipe Cubillos, poseedor de un profundo

sentido social, que levantó un Techo para Chile, fallecido de manera lamentable

y trágica en un accidente aéreo, escribió: Soy un indignado, porque no estamos

discutiendo las verdaderas y profundas razones de la pésima y desigual

educación que les estamos entregando a nuestros jóvenes, quizás porque llevamos

años usando la educación como caballito de batalla de la política de

turno.  Mismo escenario  que se continúa viviendo en estos días donde

se enfrentan el Colegio de Profesores con la ministra de Educación, Marcela

Cubillos que, en representación del Gobierno, responsable de las políticas

públicas de educación, no ha logrado consensuar un acuerdo que permita poner

fin a la paralización de actividades del Magisterio, gremio que busca resolver

los serios problemas que afectan al sistema educacional chileno y que se

reconozca la importancia del rol que cumple el profesor, especialmente del que

cumple su tarea en la educación pública. Esa educación que llevó, en junio de

1901, a un grupo de educadores de Santiago a unirse y dar nacimiento al Centro

de Profesores de Chile, entre cuyos miembros se encontraban notables personajes

de la vida pública como Manuel Barros Borgoño, Diego Barros Arana, Domingo

Amunategui Solar, Manuel Guzmán Maturana y Pedro Aguirre Cerda, para quién

Gobernar es Educar fue el lema de su campaña presidencial.

Ya nadie desconoce que la educación es el factor que más influye

en el desarrollo y progreso de las naciones; que es el medio más adecuado para

lograr la movilidad social, igualar las diferencias y permitir el acceso a los

bienes de la civilización y la cultura a los menos favorecidos por la fortuna.

Sin embargo, hay que reconocer que a la educación pública le corresponde

realizar el mayor esfuerzo por cuanto atiende a la población más vulnerable,

aquella donde la pobreza limita entre un 50 a 80% las posibilidades de éxito

educativo e inclusión social (J. Longás. Académico español. 2019). Cruda realidad

nacional que el Gobierno no puede desatender ni menos ignorar si quiere, como

lo afirma, otorgar una educación en igualdad y calidad para todos.

Ese el esfuerzo que como país se hace necesario para dar

respuesta a través de la educación a los nuevos desafíos que presenta un mundo

globalizado y tecnologizado, donde las fronteras del conocimiento están en  permanente expansión y donde la formación

humanista y ética está desvalorizada.

A la preocupación por el adecuado funcionamiento del sistema

educativo debe sumarse el reconocimiento a la función docente y dar atención a

la formación y al perfeccionamiento de los profesores que conviven a diario con

la disímil realidad escolar y que tienen que dar vida a la vocación y la

responsabilidad de ser maestros, vocación que circula latente en cada

maestro  y que se expresa cada vez que

interactúa con sus alumnos.

Por ello es necesario que, junto con acumular

perfeccionamientos, magísteres o doctorados, importante y una exigencia de los

tiempos, qué duda cabe, se hace necesarios maestros que, junto con incentivar y

desafiar a los alumnos al aprendizaje y la creatividad, no sólo trasmitan humanidad

y valores, sino que los vivan junto con sus alumnos.

El necesario equilibrio entre las condiciones en que los profesores

desempeñan su labor y su compromiso con una mejor educación pública  debe ser la fórmula para solucionar el

conflicto.

Alejandro Mege Valdebenito

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