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Columnista

Entre el Bío Bío y el Queuco

La Tribuna

por La Tribuna

Se aproxima el solsticio de invierno y junto a esto

el We Tripantu, y como cada año en esta fecha, lo indígena o lo ancestral

vuelve a estar de moda, en nuestra cultura cada día más occidentalizada. ¿Pero

cuánto sabemos de nuestra cultura ancestral y de nuestro territorio? En la cordillera

de Los Andes, sobrevuela el cóndor, protegiendo a un pueblo lleno de

tradiciones y sabiduría, mujeres y hombres, bajo la sombra del pehuén o

araucaria, mantienen vivas sus costumbres, resguardando un legado que asombra y

cautiva a cualquier visitante.

La doctora en Lengua Española, Ma. Regina González

D. define a los pehuenche como Un pueblo de espíritu libre, que sueña y sonríe

escuchando los relatos de los abuelos, en ellos vive el deseo de conservar la

lengua, el territorio, la cultura, la tradición y una alimentación noble, bajo

esta deducción, los quiero invitar a viajar, a conocer y revalorizar a esta,

nuestra cultura ancestral. Las comunidades que viven en este territorio,

manifiestan en su paso el cariño de su gente; Qué grato es compartir junto a

las ñañas, un mate y un trozo de tortilla de rescoldo, acompañada de sus

relatos e historias de vida, que sorprenden y te entregan un par de lecciones,

donde el calor del fogón, te invita a quedarte y no querer partir. En la ribera

de sus ríos, se divisan peñis y lamienes pescando, disfrutando y dando gracias

por lo que les entrega la Ñuque Mapu (tierra). Aquel que piense u opine, que la

dieta de nuestras comunidades indígenas, se basa en corderos y caballos, está

muy equivocado, ya que en muchas oportunidades los recursos económicos no son

los suficientes. Es aquí donde florece el ingenio del pehuenche, optimizando de

mejor forma los recursos y productos que les brinda Nguenechen (Dios).

Convivir y ser testigo de la sabiduría pehuenche, es

algo que sin duda nutre el alma, que enriquece y fortalece nuestras raíces. La

transmisión oral de sus conocimientos nos permite valorar esta cultura, que con

el pasar del tiempo hacen que Alto Bío Bío, tenga una identidad, generando en

su territorio un sentido de pertenencia entre los que habitan en ella.

Nuestro pueblo pehuenche, nos invita a ser

reflexivos y agradecidos de los aciertos 

e inexactitudes que enfrentamos en la vida, ya que a través de cada

vivencia, adquirimos un aprendizaje o una lección que nos ayudará a enfrentar

un nuevo día, logrando un mayor entendimiento, llevándonos a ser agradecidos de

la naturaleza y de las oportunidades que se nos presentan.

Caminar entre las laderas de sus cerros y caminos,

cobijados por la sombra de avellanos y hualles, es algo que debemos

experimentar; recibir un abrazo y un cariño sincero de la  Mama Chinda en Ralco o de Juanita en el

Avellano, es regocijarse de sabiduría y conciliación, donde la exclusión entre

su gente no tiene cabida. Dar oídos a los relatos entorno a la piñalería y sus

tradiciones, será siempre un encuentro con el conocimiento milenario y con la

armonía que buscamos lograr con el medio ambiente. Estar inmerso en la

cordillera entre los caudales del Queuco y el Bío Bío, y escuchar el Chedungún,

permite ejemplificar la belleza e identidad inmensurable de la cultura que se

resguarda y vive en las comunidades indígenas pehuenche. 

Entender y valorizar la cosmogonía pehuenche, es

cuando ves las ramas curvadas de una araucaria hacia el cielo y comprendes que

este árbol ha alcanzado su sabiduría levantando sus brazos y agradeciendo al

Wenu Mapu (cielo).

Gino

Paoli Benedetti

Académico

del área Hotelería, Turismo y Gastronomía

Inacap

Los Ángeles

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