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La Tribuna

¿Dónde cabe el Partido Republicano?

por La Tribuna

Ayer en Santiago,

José Antonio Kast inscribió en las oficinas centrales del Servel el partido

político que encarna sus creencias: Partido Republicano. Acompañado de las

figuras políticas que formarán parte de su colectividad, el excandidato

presidencial ocupó varios símbolos durante el acto, entre ellos pañuelos azules

que en Argentina se asocian a los movimientos que están en contra del aborto, y

habló de los desafíos que tiene por delante en la conformación de su fuerza

política.

No son pocos.

Después de inscribirlo, por ley debe obtener la cantidad necesaria de

militantes en cada una de las regiones del país para poder validarlo. Desde su

sector apuntan a la región del Biobío, junto con Ou2019Higgins, Maule y La

Araucanía para comenzar a funcionar plenamente y no descartan hacerlo a nivel

nacional. Por el momento, su alcance incluso llega a la Cámara de Diputados,

donde el parlamentario Ignacio Urrutia, quien renunció a la UDI y ahora está

listo para ser el primer representante del nuevo partido.

Pero ¿dónde cabe el

partido de José Antonio Kast? Sin dudas se encuentra más a la derecha que

ChileVamos, al punto de que en la agrupación de los partidos oficialistas no

está claro si será recibido o no en ese conglomerado. Por lo pronto, la

respuesta es de calma y espera hasta que efectivamente logre juntar la cantidad

de firmas para ser un real partido. Por otra parte, tampoco es claro el interés

del Partido Republicano de ser parte de la coalición de gobierno, pues las

críticas de José Antonio Kast al gobierno del Presidente Sebastián Piñera no

han sido pocas. Sería un mal indicio partir su rumbo capitulando con el

Gobierno, cuando gran parte de su capital ha sido ganado con la línea dura que

ha mostrado hasta ahora.

ChileVamos, en

tanto, con la demora de su respuesta solo le da tiempo para que se conforme

como partido político como tal y pierde la oportunidad de calificarlo

rápidamente ante los ojos de sus electores, quienes podrían no estar de acuerdo

con esa radicalización del movimiento. Quizás en el Gobierno se esté realizando

el análisis de los costos que tendría rechazar abiertamente al nuevo partido de

derecha, pero debe apurarse porque la respuesta podría llegar cuando ya a nadie

le interese saberla.

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