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La Tribuna
Columnista

Niños y niñas, de refugios y responsabilidades

Sebastián Carrizo

Por Salvador Lanas Hidalgo,
Director académico de Escuela de Liderazgo U. San Sebastián

por Sebastián Carrizo

El calvario que vivió un

abuelo chileno, radicado en Suecia, por rescatar a sus siete nietos de un

refugio en Siria es conocido por todos, pero al menos amerita una

reflexión.  ¿Por qué en nuestra cultura

cuesta tanto entender el valor que tiene un niño? Y no refiero el problema

desde el punto de vista teórico, pues está consagrado universalmente. Sin

embargo, las instituciones internacionales y locales,  que 

formalmente se preocupan por los niños, resultan  insuficientes, parciales y paliativas. Y no

hay certeza si hay doble estándar  o

simplemente impotencia frente a otras instituciones poderosas que amagan

seriamente a los niños.

La industria hollywoodense,

no obstante brindar alegría a millones de personas, ha explotado

sistemáticamente a los niños y cuando dejan de serles útiles, los abandona  a la deriva. Y no está ajena la angelical y

graciosa Disney. Es probable que suceda en todos los países en el ámbito del

cine y la televisión.  Ocurre en nuestro

país. Y es paradojal, o ¿congruencia ideológica? que este mundo de

celebridades, a todas luces paralelo, es dominado por el progresismo y los más

variados de-constructivismos. Y tienen una entusiasta compañía en la izquierda

radical. Pero, no siempre fue así en Chile; cuando el gran cineasta Aldo

Francia filmó Valparaíso mi amor, película de corte neorrealista, empleó

niños, pobres como sus mismos personajes; fue una experiencia dura; en un momento,

por exigencia del libreto, una niña recibe una bofetada de su madre, la

protagonista de la acción, la inolvidable actriz Sara Astica, se lanza a sus

pies para pedirle perdón, la abraza y llora largamente junto a ella.

¿Qué ha pasado en nuestra

sociedad que nuestros niños no ocupan el lugar de privilegio que les

corresponde? ¿Qué desvarío hace que se interprete de manera tan abusiva la

Constitución? De manera clarísima dice en el artículo primero las personas

nacen libres  e iguales en dignidad y derechos.

La familia es el núcleo básico de la sociedad. Y en el cap. III, artículo

primero ...la ley protege la vida del que está por nacer.... El lugar natural y

más efectivo refugio de niñas y niños es la familia.

A inicios del 70, el

presidente Eduardo Frei Montalva en una decisión de futuro dictaba la ley de

jardines infantiles y en paralelo, el doctor Fernando Monckeberg se convertía

en el artífice de la erradicación de la desnutrición infantil en Chile. ¿En qué

momento nos alejamos de esa senda virtuosa por proteger a los niños en todos

los frentes? ¿Qué locura aconteció para que se matase niñas en centros llamados

a protegerlas? ¿Qué decir de instituciones que en su doctrina establece como

sagrada la inocencia de sus niños y la quebranta con sus abusos y perversión?

¿Cómo es posible que en pleno siglo XXI haya 575 niños en la intemperie

permanente y cientos vivan todo el día al lado de familiares, trabajando para

sobrevivir, en las calles de las principales ciudades del país? Y si el Estado

y sus entes administrativos no escuchan el Yo Acuso de un  humanista, quizá les haga sentido lo que

sostiene James Heckman, Premio Nobel de Economía 2000, respecto de lo

importante que es invertir en la primera infancia; él dice que es 7 veces más

rentable; como persona de fe, manifiesto que es 70 veces 7 más rentable

invertir en los niños.

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