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La red Universitaria de Educación Continua, define a esta como la actividad docente universitaria cuya misión es vincularse con el medio, vía programas de formación y capacitación, educando de por vida a personas (licenciados, profesionales y no profesionales) que desean o requieran profundizar, mantenerse al día en los conocimientos, habilidades, actitudes y destrezas que caracterizan a su disciplina, o bien quieran extender su conocimiento hacia áreas complementarias, acceder al manejo de nuevos procedimientos y/o tecnologías, que les permitan lograr un mejor desempeño o posición laboral o bien crecer en su desarrollo personal o espiritual.
Considerando lo anterior, el rol de la formación continua se puede diferenciar en dos ámbitos, uno de formación académica y otro de formación profesional y/o laboral. El primero está estrechamente ligado al desempeño académico y sus grados respectivos (magister, doctorado, postítulos, etc.) y el otro, a fin de actualizar conocimientos o habilitar destrezas para un mejor desempeño laboral.
Como he señalado, en nuestro país, la Educación Continua se ha ido abriendo paso, por medio de distintos tipos de estudios, llámense cursos, diplomas, diplomados, postítulos, entre otros, pero siempre con el resguardo de poder facilitar la inserción de los trabajadores a este tipo de estudios, por lo cual se han desarrollado estos programas con cargas académicas que permitan ser cursados, vale decir, son de corta o mediana duración y en horarios accesibles, incluso en modalidad semipresencial o virtual.
A su vez, la Educación Continua también aborda la situación de aquellos trabajadores que no poseen estudios formales, tales como título profesional o licenciatura, esta se constituye más bien, por una diversidad de programas educativos y de perfeccionamiento. Algunos de estos programas dirigidos a potenciar, fortalecer y desarrollar habilidades y competencias laborales específicas, estas modalidades son las denominadas capacitaciones. En muchos casos esos trabajadores logran validar su experiencia de años a través de estos programas que buscan apoyar, entregando calidad y pertinencia académica con sus programas de formación. En estos casos ocurre lo mismo que en el caso de los profesionales, la duración y carga académica de todos estos programas, buscan ser compatibles con las jornadas laborales de sus estudiantes.
Todo lo escrito tiene sentido en la perspectiva del Desarrollo Local, entendiendo que esto tiene que ver con las acciones que, tomadas desde el territorio, incrementan la creación de valor, mejoran las rentas, aumentan las oportunidades y calidad del empleo y la calidad de vida de los habitantes de la localidad. En ese sentido es relevante lo que señala Fernando Barreiro, importante académico uruguayo en la materia, quien sugiere que la preeminencia de las decisiones tomadas por los actores locales sobre otras decisiones define el Desarrollo Local. El territorio se convierte en espacio de flujos y espacios geográficos con influencia constante de los procesos globales, creando redes que modifican las distancias y los efectos de las decisiones mismas.
En este contexto, la Universidad de Concepción, desde su inicio ha tomado la posta de aportar al desarrollo local y de las regiones, consideremos que es la primera Universidad Regional en crearse en la Historia de Chile y que persistentemente ha sido un aporte en materias de investigación, innovación, desarrollo cultural, social y económico. Ese aporte, en el año del centenario sigue más vigente que nunca, y en consecuencia se seguirá trabajando por aportar al desarrollo del territorio y de los ciudadanos de Los Ángeles, la Provincia, la Región, y en definitiva del país.
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