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La Tribuna
Columnista

Un niño (a), de 14 años, no!

Leslia Jorquera

Mario Ríos Santander

por Leslia Jorquera

Hay un afán de estos años, sostener que ha llegado el hombre nuevo, cuya mirada, elimina la esencia del ser,  traspasa años, costumbres y formas sociales, para situarse en otra dimensión en la comunidad que vive. Es un afán, surgido en una mezcla que, seguramente no se volverá a repetir en la historia humana por lo menos en un siglo más. Se confrontan dos realidades, que por su profundidad, quiebra toda armonía: Una generación con más saber, personalidad y dotada de muchos apoyos externos, (educación, comunicación, transporte, etcétera), versus, débiles orientaciones internas. Los hijos se adelantaron, sin conocer la vera del camino ni los baches en el horizonte. Su hogar, muchas veces despedazado, incapaz de conducir la vida familiar. Esta es la realidad.

Entonces se le quiere traspasar a Carabineros este puente destruido que debió haberse instalado a partir del momento mismo del nacimiento de un hijo. Es decir, con sus “controles”, reemplazar la sociedad.

En el exterior también hay huelga de sus “maestros”. Los ven gritando y con pancartas. Ellos se ausentan de la escuela. La ciudad de muros sucios,  amigos saltando en los muros de una plaza mal concebida, en liceos que no alcanzan los puntajes, en fin, una sociedad, toda, ausente, irresponsable e indiferente al desarrollo del niño que luego será adolescente, después padre de un hijo prematuro. Entonces este problema hay que pasárselo a Carabineros para que lo controle, lo obligue a andar con cédula de identidad, tenga un susto más en su vida, escuche el grito de su madre antes de salir, “¿Llevai el carné por si te lo piden los pacos?”. ¿Dónde se pretende llegar?.

Definitivamente no.

Preguntémonos en que están los que han asumido responsabilidad frente a la razón, la cultura, el gobierno, la fe, educación, recreación, todo. El Concejo municipal, su observancia de la sociedad que dirige, ¿estará dispuesto a ser él y no la policía, el que realmente gobierne la comunidad que le ha sido asignada?. Y si fuera así, ¿Qué dice sus acuerdos en esta materia?. Las iglesias, todas ellas, ¿será necesario un momento retrospectivo  de ellas mismas y analizar cabalmente, el mandato espiritual que se les ha asignado en la sociedad en que se han asentado como comunidad religiosa?. Y en la cultura, ¿acaso los responsables de endilgar la esencia de esta sociedad, han concluido que los jóvenes de 14 años, no son sujetos de cuidado, respeto y amor?  las interrogantes son muchas. Recuerdo aquella vez en el Senado debatiendo la ley que asignaba al niño de 14 años, la condición de sujeto penal. Me opuse absolutamente,  “Si un niño(a), es detenido y se disponía su encierro, sólo lo aceptaba  con su padre o su madre, solo no. Niego a esta edad, toda capacidad de discernimiento”. Y ahora también, porque, la esencia del ser humano, no se ha modificado ni un ápice y los tiempos modernos, lo serán para la ciencia y no para la razón, ni menos, para eliminar  la responsabilidad que tenemos sobre los niños. Por lo demás, un carabinero, de buen criterio, como lo son en su gran mayoría, tendrá, sin necesidad de ley alguna, la misma capacidad que tengo yo o cualquier ciudadano, de conversar, prever, alentar, cuidar, preguntar, en fin, extender mis manos para recoger otras y juntos, caminar. ¿Acaso no es así?

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