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Columnista

La identidad angelina

Cristian Delgadillo Rosales

Los Ángeles no es sólo una pollona al jugo& supongo que es algo más. Bueno, Chillán también es bastante más que sus longanizas.

por Cristian Delgadillo Rosales

Recuerdo a mis alumnas del Liceo de Niñas en el curso de lógica hacerle una pregunta, con validez de nota, por cierto: ¿qué es la vida? Luego, retirarme de la sala de clases y anunciarles que volvería unos 5 minutos antes de salir a recreo.

El debate que surgía era magnífico. “¿Qué es la vida chiquillas?”, consultaba desde el fondo del aula. Respondían varias, “Y tú ¿no lo sabes?” Breve silencio, “Es que yo creo que lo sé, pero no puedo decirte lo que es… ¿me entendí?”.

El pasado viernes, un debate exquisito. Mario Valenzuela, repleto de títulos académicos, hacia esfuerzos por responder esto de la identidad. A su lado, Miguel Rivera y José Luis Riquelme, otros dos panelistas del encuentro guardaban silencio y lo miraban como preguntándose, “¿Cómo va a salir de este lío?”. Un psicólogo presente, que después supimos que cumplía funciones en Gendarmería, (no andaba armado ni en huelga), planteó una interrogante en la sala, “¿Cuál es la identidad de Los Ángeles?”. Hubo algunos con desganos que levantaron la voz “si, porque Los Ángeles, no es solo una pollona al jugo… supongo que es algo más”. Bueno, Chillán, también es bastante más que sus longanizas.

Las personas que suscriben su participación social en los temas del humanismo no se conforman con lo que dice la Academia de la Lengua: Identidad: “Conjunto de rasgos o características de una persona o cosa, que permiten distinguirla de otras en un conjunto”. Si esto es así, deberemos suponer que Los Ángeles, es esta persona social o familiar, “los angelinos”, apellido de tierra, todopoderoso y permanente, deberá tener ese “conjunto de rasgos… que la distingue de otras…”.

¿Y cuáles son esos rasgos?

Para responder esta interrogante, necesariamente deberemos remontarnos a nuestra historia. Y así debe ser, porque la sociedad no es ajena a la persona, vista ésta individualmente y así, como en el análisis de un individuo, surgirá espontánea afirmaciones típicas de tal cuestión, (“Sacó el carácter de su madre, la paciencia de su padre, el amor por el arte de sus abuelos…”, en fin, otras),  en la observación social, será lo mismo. El psicólogo argentino, Arturo Mandolini Guardo, sostenía que, “al menos el 50% del carácter de un pueblo, lo dispone la geografía en que se asienta dicho pueblo”, afirmación que tiene sustento. Si a ese hecho, agregamos la cultura ancestral de tal sociedad, incluyendo en ella, como asunto principalísimo, la religión que profesan,  la institucionalidad aceptada, en cuanto ella permite participación y gobierno, el trabajo diario preponderante, si lo hay, en fin, otras dos o tres cuestiones más, concluiremos en lo principal: Una misma Conciencia individual. Si, porque la Conciencia, no es un asunto de identidad de la persona, sino que es la presencia de la sociedad que dispone  “identidad social”, en el individuo. 

De lo anterior, surgen decenas de interrogantes, que Mario Valenzuela avanzó sobre ellas, pero tanto él como los que estuvimos en ese encuentro, concluimos, que se iniciaba un gran debate. ¿Cuándo partimos? ¿o tanto haitiano nos cambió la identidad? Y por último, ¿definiremos la Identidad Angelina sin que hayamos conocido su historia? No sé, pero partamos, será entretenido.

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