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Columnista

Cierre del Código Azul

Leslia Jorquera

Alberto Moraga, seremi de Desarrollo Social Región del Biobío.

por Leslia Jorquera

 En Los Ángeles, el refugio del Código Azul se activó en 22 días, con un ingreso promedio diario de 37 personas, alcanzando un nivel de ocupación del 82% de la capacidad instalada.

El Código Azul es la suma de un esfuerzo de colaboración entre el Estado, privados y voluntarios de la sociedad civil, que viene a suplementar la oferta tradicional del Plan Invierno para las personas en situación calle y que se traduce en el reforzamiento de la ruta social y en la habilitación de refugios en aquellas comunas donde la presencia de personas que viven en la vías públicas es significativa y donde el rigor del invierno se percibe intensamente.

El dispositivo se activó este invierno cada vez que las condiciones climáticas fueron extremas e incompatibles con la salud y la vida de las personas en situación calle, esto es, cada vez que la temperatura era inferior a los 0 grados o cuando precipitó con menos de 4 grados. En nuestra región del Biobío se implementó en las comunas de Concepción, Talcahuano y, muy intensamente, en Los Ángeles.

Este ha sido un esfuerzo inédito del Ministerio de Desarrollo Social, decididamente impulsado por el ministro Alfredo Moreno y el subsecretario Sebastián Villarreal, en cumplimiento de una instrucción expresa del Presidente Sebastián Piñera. Nunca antes, nuestro ministerio había implementado una oferta de recursos adicional al Plan Invierno que permitiera otorgar mayor cobertura de dignidad y abrigo a las personas en situación calle, evitando que éstos fallecieran de hipotermia como consecuencia de las gélidas temperaturas del invierno.

El pasado 30 de septiembre pasado culminó la implementación del Código Azul en todo país, y el balance, por cierto, es más que satisfactorio. En primerísimo lugar, y pese a que sufrimos uno de los inviernos más secos y fríos de los últimos 10 años, no hubo fallecidos por causa de la hipotermia en la Región del Biobío. Con esa sola cifra, queda absolutamente justificado cada peso invertido en el Código Azul.

En Los Ángeles, el refugio del Código Azul se activó en 22 días, con un ingreso promedio diario de 37 personas, alcanzando un nivel de ocupación del 82% de la capacidad instalada. Evaluando dichos guarismos, tenemos que gracias al Código Azul evitamos que 37 personas, que no alcanzaron a ser cubiertos por la oferta tradicional del Plan Invierno, permanecieran en la vía pública en condiciones climáticas que, por cierto, distaban de ser compatibles con la salud y la vida.

El Código Azul no fue un esfuerzo únicamente fiscal del Ministerio de Desarrollo Social y de las Fuerzas Armadas. También involucró la colaboración asociaciones privadas y de redes de voluntariados que trabajaron mancomunadamente para sacar adelante esta innovadora medida: Jóvenes voluntarios colaboraron en su implementación, generosos emprendedores donaron petróleo y calefactores para los refugios y un contingente de las Fuerzas Armadas colaboraron en el funcionamiento de los refugios.

El Código Azul se activó en sólo 2 oportunidades en Concepción y Talcahuano, porque en el sector costero no hubo episodios de frío tan intenso como el vivido en las comunas del valle central de la Región del Biobío.

Si bien su resultado es muy exitoso, y dado su carácter de inédito, la implementación práctica del Código Azul nos deja algunas conclusiones que nos obliga a seguir trabajando para su perfeccionamiento. El Presidente Piñera lo ha dejado muy en claro: No hay mejor política pública que aquella que logra salvar la vida de las personas.

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