1
Regístrate en nuestro newsletter
Es central contar con el apoyo del entorno familiar, guiando sus expectativas para influir positivamente en el desarrollo de los pequeños.
Existe una enorme preocupación de las autoridades y de las familias por promover hábitos de vida saludable en nuestros niños y niñas. Es por ello que ha crecido el número de escuelas deportivas, lo que plantea desafíos en la construcción de espacios adecuados para la formación técnica, física y personal.
La preocupación se fundamenta en que lamentablemente no es poco común ver discusiones entre padres y familiares con los niños del otro equipo o con los entrenadores o árbitros de turno, o incluso ver presiones desmedidas sobre sus propios hijos. Aquello sin duda alarma, ya que estas conductas de violencia y frustración no pasan desapercibidas para los niños en formación; es más, estas acciones dejan una huella imborrable en su vida, legitimando la violencia y la competencia desleal, inclusive provocando serios trastornos en la adolescencia. Este tipo actitudes es una de las principales razones por las que niños abandonan el deporte a muy temprana edad, aun teniendo el talento para practicarlo en un mejor nivel.
En este escenario, es necesario puntualizar que la iniciación deportiva es un espacio complejo de formación que comprende el aprendizaje inicial de un deporte o varios deportes de una forma específica. Su objetivo principal es la toma de contacto con la práctica deportiva hasta que el menor sea capaz de practicarlo con adecuaciones a su estructura funcional y nivel evolutivo.
Considerando lo anterior es que se busca que los más pequeños logren un manejo autónomo básico en el deporte por medio del desarrollo de habilidades motrices y físicas, junto con el conocimiento básico de reglas y tácticas del mismo, adaptadas a su nivel de comprensión, capacidades cognitivas y físicas. Por otro lado, al llevarse a cabo en la niñez, debe contemplar el manejo de criterios pedagógicos que fomenten virtudes vinculadas al espíritu deportivo como trabajo en equipo, persistencia, generosidad, honestidad, compasión y coraje.
En ese sentido, las actividades deportivas, básicamente en cuanto a su volumen e intensidad, se deben implementar considerando el ritmo y nivel evolutivo de la niñez, utilizando implementación y espacios especialmente adaptados que permitan las máximas posibilidades de experiencia motriz a los más pequeños, con el fin de desarrollar las potencialidades de todos sus integrantes. Así la iniciación deportiva adopta un sentido pedagógico que centra sus objetivos no sólo en lo primario del deporte (el aprendizaje físico-técnico-táctico), sino que amplía la visión al desarrollo personal y valórico.
Junto con ello es central contar con el apoyo del entorno familiar, guiando sus expectativas para influir positivamente en el desarrollo de los pequeños. Esto involucra hacer ver a los padres y familiares que en estas edades el triunfo y la derrota no son el único fin del deporte, sino que éste es un vehículo de aprendizaje, socialización, superación y satisfacción personal.
Este enfoque deportivo busca consolidar al deporte como un elemento favorecedor de la niñez, siendo coincidente con lo declarado en la convención de la ONU de 1989 acerca de los derechos del niño que plantea que el respeto por esta etapa en que se debe promover el bienestar por medio del deporte, en un ambiente de libertad, confianza y alegría.
Así, el deporte durante la niñez, presenta desafíos de largo plazo, ya que requiere de grandes esfuerzos para despojarlo de muchos vicios de nuestra sociedad tales como la mirada del triunfador, la exagerada competencia y la victoria a cualquier costo. Se requiere devolver la mirada al deporte como instrumento de formación, educación y juego, más aún en los más pequeños que debiesen vivirlo como un espacio privilegiado para la formación humana.
 |
||||
 |
 |
 |
 |
 |
¿Quieres contactarnos? Escríbenos a [email protected]
ContáctanosOpinión
