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La Tribuna
Columnista

Aprender de quienes son mejores

Cristian Delgadillo Rosales

Si bien aún no todo es perfecto en la educación de Singapur y subsisten niveles de competencia, resulta relevante el haber centrado el foco de la educación hacia el área formativo valórica de los estudiantes.

por Cristian Delgadillo Rosales

No somos Singapur y estamos lejos de serlo, pero podemos sacar  lecciones del país asiático que permita a nuestra  educación mejorar su cuestionada y distorsionada calidad e igualdad.  Con una población de poco más de 5 millones de habitantes, formado por 63 islas, su modelo educativo lo convirtió, después de haber sido uno de los países más pobres del mundo, en  uno de los  más  exitosos, superando a  países como Japón, Finlandia y Canadá.

Su lema educativo es “Enseña menos y aprende más” y su objetivo es que los estudiantes sobresalgan en áreas no solo académicas sino que, también, en las no académicas; así asignaturas como el deporte y las artes, resultan destacadas en el éxito educativo, donde prima la calidad por sobre la cantidad, con menos horas lectivas con metodologías que desafían a la reflexión,  conectando el uso de los conocimientos con la formación ética personal y social, evitando formas de enseñar centradas preferentemente en la memorización. Para el gobierno de Singapur la educación es una inversión, no un gasto, incorporando al sistema educativo a los profesores más competentes, a quienes se atiende de manera sistemática y permanente a su desarrollo profesional. En un país dividido en tantas islas todas las escuelas se integran en torno a objetivos comunes entre el gobierno, el Ministerio de Educación, las escuelas y los profesores. “No se trata solamente de enseñar cómo ser inteligente, sino cómo ser un mejor ser humano”, afirmó el Ministro de Hacienda del país, por lo que se ha reducido la presión sobre los niños que dan exámenes; se eliminó la clasificación de las escuelas; se dejó de publicar los nombres de quienes ocupaban los primeros lugares y se amplió los criterios utilizados para el ingreso a las mejores escuelas secundarias. Las preguntas en los exámenes tienen un final abierto para estimular el pensamiento crítico y las evaluaciones que realizan los profesores no solo son por el desempeño académico sino que incorporan el desarrollo social de los alumnos.

Si bien aún no todo es perfecto en la educación de Singapur y   subsisten niveles de competencia, resulta relevante el haber centrado el foco de la educación  hacia el área formativo valórica de los estudiantes con el objetivo de construir no solo sabios, sino mejores personas que no quemen los colegios que pretenden educarlos y sin conductas que atenten contra los bienes públicos y privados y la seguridad de las personas por una deficiente  formación educativa, tanto formal, como informal.

El modelo educativo de Singapur para que sea posible de aproximarlo – no copiar- a nuestra realidad  educacional requiere considerar a la educación como una materia  que trascienda los límites de cualquier gobierno y se constituya en una tarea de Estado donde prime –más allá del discurso- el interés nacional y el bien común, hecho que requiere que la diáspora política se ponga de acuerdo y actúe por sobre ideologías y  liderazgos personales o  de grupos emergentes que aún no se sabe cuáles son sus verdaderos objetivos, aparte de sentirse protagonistas de la historia y disfrutar del poder mientras les dure.

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