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Columnista

El cambio, después de todo, es una constante

Cristian Delgadillo Rosales

¿Qué hacemos entonces ante un entorno que está en constante cambio? Lo urgente es aceptar e internalizar el concepto del cambio como una constante, desde el diseño organizacional hasta la ejecución.

por Cristian Delgadillo Rosales

Por Luis Riquelme Roa

Estamos ante un escenario cada vez más globalizado en donde ya no existen barreras que frenen la entrada o salida de nuevos y mejores productos o servicios; se compite con el mundo -en constante cambio- y esto genera un verdadero dolor de cabeza para las gerencias: Cómo responder de manera efectiva a los cambios del entorno.

Basta con apreciar el contexto chileno y la manera de abordar la entrada de nuevas tecnologías, el ejemplo más práctico es la llegada de las plataformas digitales (Uber entre ellas): hemos sido espectadores y participes del cambio a distintos niveles, tanto en lo legal, tributario, social y personal. A todos nos afecta de una u otra manera, sin embargo e independiente del nivel organizativo, son las decisiones internas -sobre cómo interactuar con nuestro entorno- las que determinan la adopción o resistencia, frente los cambios del medio en que estamos insertos (organizaciones autopoiéticas, Niklas Luhman, 1997; a raíz del concepto de autopoiesis, acuñado por Matura y Varela en 1974) y posterior éxito o fracaso económico.

¿Qué hacemos entonces ante un entorno que está en constante cambio? Lo urgente es aceptar e internalizar el concepto del cambio como una constante, desde el diseño organizacional hasta la ejecución, potenciando la agilidad y flexibilidad, asegurando la contingencia y disminuyendo el riesgo en las interacciones con el entorno.

Esto lo entienden muy bien -debido a su naturaleza- aquellos emprendimientos cuyo motor es la innovación, ya que su estructura liviana se presenta como una ventaja competitiva, la toma de decisiones es rápida puesto que no tienen que lidiar con demasiada burocracia interna, las hace en esencia más ágiles y flexibles, pero también más creativas en vista de que es éste, el mayor recurso disponible en esta etapa y es también el gran desafío: crecer mediante la creatividad.

En etapas más avanzadas de desarrollo organizacional, con procesos internos de control y coordinación establecidos, el desafío se presenta como la necesidad de reinventarse, también, por medio de la creatividad. Sin embargo, la creatividad en sí misma, no agrega valor a las organizaciones, es el conocimiento el que nos dice finalmente si una idea es viable o no y la experiencia nos da la metodología óptima para llegar a tiempo con nuestra idea.

Este desafío mancomunado que presentan las organizaciones -independiente del tamaño y el desarrollo- de estar preparados a los constantes cambios del entorno, se puede afrontar a través de la creatividad, el conocimiento y la experiencia, sostenidos en un diseño organizacional ágil y flexible que permita la entrada y salida de valor entre una empresa y el medio en el cual está inserta.

Como consumidores y parte de este entorno en constante cambio, estamos cada vez más abiertos a adoptar innovaciones, las nuevas generaciones tienen menos dificultad para lidiar con la complejidad de tecnologías emergentes, se presentan más entusiastas sobre las potenciales aplicaciones que éstas podrían tener y están más dispuestos a experimentar.

Gran razón tenía Heráclito de Éfeso cuando dijo Nada es permanente, a excepción del cambio.

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