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La Tribuna
Columnista

La democracia y la hipocresía

Leslia Jorquera

Mario Ríos Santander

por Leslia Jorquera

Y en la vereda del frente, los otros, una mezcla de doctrinas políticas que van desde el nombre Demócratas Cristianos hasta la Unión Demócrata Independiente. Al medio, de todo. ¿Es que todos quieren ser demócratas?

Winston Churchill, expresaba con cierta sorna: “La Democracia es el menos malo de los sistemas políticos”. Nunca se refirió a los otros sistemas. Tampoco se sabe cuáles son. En verdad, nadie habla de los otros sistemas. Y la verdad es que la Democracia, es como los peronistas argentinos: bajo ese mismo nombre, el de Perón, cohabitan todos, izquierdistas enfermos de izquierdismo, derechistas extremos, enfermos de corporativismo. En la Democracia ocurre igual: existió la República Democrática de Alemania, comunista plena y absoluta y otro montón de Repúblicas Democráticas que en su constitución, artículo primero, todas, proclamaban al Partido Comunista, como redentor del Estado, dueño absoluto de la verdad y señor del futuro. El resto, prohibido. Hoy, Venezuela, Nicaragua, países autoproclamados demócratas. Y en la vereda del frente, los otros, una mezcla de doctrinas políticas que van desde el nombre demócratas cristianos hasta la Unión Demócrata Independiente. Al medio, de todo.

¿Es que todos quieren ser demócratas?

No. La verdad es que considerando que la Democracia es el gobierno del pueblo, a pocos les gusta la democracia. Los izquierdistas, sólo quieren a sus partidos y nada más y es su determinación que ellos sean los que gobiernen. En esto, el partido ícono es el comunista que ya lo recordamos, lo deja establecido en la Constitución. Es más franco que los socialistas.  Y los derechistas, quieren que gobiernen los mejores y punto. Poco o nada les interesa los partidos políticos. No tienen temor de proclamar esto de que “gobiernen los mejores”, porque están convencidos que los mejores siempre serán derechistas, “no es posible ser el mejor si no ha trabajado nunca”, es su impronta pública. No andan voceando la democracia, salvo sus dirigentes políticos. Y en materia de DDHH, cuestión esta surgida en el ocaso del socialismo mundial, los derechistas se aferran a su doctrina cristiana. “Soy cristiano y estamos gobernando hace 2.000 años y nos ha ido bastante bien. Sabemos nuestras obligaciones y nuestros derechos. Somos más completos que una declaración circunstancial como son todas aquellas que surgen de una mayoría igualmente circunstancial. La respetamos, pero primero el cristianismo”.

Algo de esto ocurre con este eterno debate del régimen militar chileno. Su inicio surge de un organismo democrático, el Congreso Nacional, de un poder del Estado, el Poder Judicial, de una obligación militar,  “serán garantes de la institucionalidad”, y su obligación, hacer de Chile una gran nación”, totalmente cumplida.  La Constitución lo impuso. Y luego, la guerra interna, aquella repleta de “oficiales preparados en Cuba, Nicaragua, Bulgaria”, para integrar el aparato militar del Partido Comunista. En ello, Carrizal bajo, miles y miles de armas para matarse entre  chilenos. Y todo esto en mérito de los DDHH, bastión de la Democracia… todo hipocresía, una suma de mentiras que ya se hace insoportable, que divide, que destruye; nadie está dispuesto a que el pueblo opine, participe. Aun más, el pueblo se aburrió y no concurre a votar, a emitir su opinión. A los representantes de la Democracia, no se les cree y más encima, corruptos. ¿Qué hacer? En realidad, no todo es malo. Hay que “hacer bien lo que hay que hacer”. Ese es el objetivo, superar mediocridades, (que hay tantas). Si la Democracia te eligió, hacerlo bien. Eso es todo. Sino, ser parte de esta hipocresía.

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