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La innovación se ha instalado como la solución de moda para todo lo que queremos plantear y cuando queremos marcar diferencia en cualquier contexto; sólo ocupamos esta palabra mágica y de inmediato se siente un aire moderno o un respeto por quien lo dice. Lo anterior, es un poco el desconocimiento de esta herramienta, se ha situado como la solución a todo en el mundo empresarial y en los emprendedores con mayor medida; todo queda mejor con innovación decimos cuando queremos crecer.
Ahí se plantea una confusión, la innovación no es la magia que lo salva todo en el mundo empresarial, es sólo una herramienta que se utiliza desde siempre para solucionar problemas y en el caso de las empresas que incorporan innovación a su estrategia de crecimiento, han visto o podrán ver cambios positivos a mediano y largo plazo.
Otro clásico error que cometemos cuando hablamos de algo innovador, es platear la solución que pretendemos implementar en primer lugar, destacando todas las características de ésta (si es tecnológica mucho mejor); pero dicha circunstancia no es otra cosa que un perfecto problema. Ahí tenemos otro inconveniente, confundimos un hecho o concepto con un problema; así por ejemplo: “La basura en las playas”, creemos que se trata de un problema, sin embargo, es un hecho; por otro lado: “La basura en las playas que impide el desarrollo turístico de ciudades costeras” constituye un problema real, de forma automática se nos viene a la cabeza alguna posible solución.
Podemos decir que la innovación no es magia, es solo una herramienta que debe tener; un problema, una solución alternativa a este, generación de valor y diferenciación con los competidores.
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