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Columnista

Sentencia: clases de ética

Leslia Jorquera

Salvador Lanas Hidalgo, director académico de Escuela de Liderazgo  Universidad San Sebastián.

por Leslia Jorquera

 Ahora bien, ¿ayudarán las clases de  ética a sus estudiantes, adultos mayores ya? Si adscribimos a la teoría socrática la respuesta debiera ser afirmativa, esto es que conocida la verdad, inevitablemente se hará el bien.   

     

 El poeta sureño Gonzalo Rojas se pregunta en un poema “Qué se ama cuando se ama” y la respuesta nunca termina de ser respondida. ¿A qué apunta, en realidad, un juez cuando obliga a un sentenciado a asistir a un programa formativo y tomar clases de ética? ¿Tiene sentido? ¿Se está pensando en la reinserción social? Y si se determina que sea ética empresarial, ¿se supone asumida la ética filosófica? 

El monto a cancelar es una cifra específica; el tiempo es acotado; el trabajo comunitario es comprobable. Alguien puede replicar “las clases se imparten y es lo que cuenta”. A simple vista pareciera cumplido el propósito. Materialmente es cierto, sin embargo, en el ámbito educativo las cosas tienen finuras y delicadezas que no recoge la simple materialidad.

¿Dónde se da en nuestro país clases de ética? En algunas pocas universidades, quizá algún instituto o fundación. Las humanidades en general y la filosofía en particular han sido olvidadas por la clase dirigente del país y pareciera no importar. Y puede ser una tragedia, puesto que -siguiendo a Ortega y Gasset- las humanidades (y las ciencias) determinan la cultura y nos salva(n) de la barbarie. Que la(s) izquierda(s) viaje(n) entre la utopía senil y la obsesión por el poder comienza ya a tener poca relevancia y en un futuro próximo será inocua,  dada la madurez que ha alcanzado la ciudadanía. De otro lado la derecha siempre ha privilegiado lo económico y menospreciado un tanto las humanidades y las artes, de allí que la mayoría de sus miembros tenga  cultura ramplona y sensibilidad paquidérmica.

Ahora bien, ¿ayudarán las clases de  ética a sus estudiantes, adultos mayores ya? Si adscribimos a la teoría socrática la respuesta debiera ser afirmativa, esto es que conocida la verdad, inevitablemente se hará el bien. Sin embargo, han pasado muchos siglos, filósofos mediante, a partir de la ética intelectualista del gran  moralista griego.

Hoy la exigencia es mayor porque se ha avanzado en muchas dimensiones de la vida humana y en todas ellas hay un ámbito ético, si entendemos éste como lo más propio y privativo del ser humano, aquello que lo identifica como persona y como comunidad civilizada y desarrollada.

Filósofos serios alemanes han trabajado lo que se denomina “filosofía para niños”, sobre todo en el ámbito ético y han compartido su labor con pensadores chilenos. Y es parte de nuestra cultura que la ética es colaborativa, por ende tiene múltiples protagonistas, a partir de la familia. Nunca hay garantía absoluta de que no se vuelva a incurrir en lo que origina esta reflexión, pero es posible  asegurar que si la ética se da en el tiempo oportuno del crecimiento humano y en todos los ámbito de la vida en común, las clases de ética a una edad tardía será tan sólo un disfrute más de los años dorados.

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